Camuflar la herejía. Sébastien Castellion en los Diálogos teológicos de Antonio del Corro, en, Diálogo y censura en el siglo XVI (España y Portugal), eds. Ana Vian Herrero – María Joé Vega – Roger Friedlein, Madrid-Frankfurt am Main, Iberoamericana Vervuer, 2016, pp. 152-225.

 

CAMUFLAR LA HEREJÍA:

SÉBASTIEN CASTELLION EN LOS DIÁLOGOS TEOLÓGICOS

DE ANTONIO DEL CORRO

CARLOS GILLY

Universidad de Basilea

El diálogo parece ser el género literario preferido por algunos heterodoxos españoles del siglo XVI para camufl ar mejor textos e ideas provenientes de autores que no resultaba oportuno nombrar. El caso más célebre es, sin duda, el de Juan de Valdés y su Diálogo de doctrina christiana, plagado de préstamos textuales de Erasmo, pero también y sobre todo de Lutero y otros reformadores.1 Menos conocido es, sin embargo, el desafío de Antonio del Corro de hacer pasar, en un Diálogo sobre la Epístola de Pablo a los Romanos, redactado sucesivamente en cuatro idiomas, textos y argumentos de Sébastien Castellion, sin que sus correligionarios calvinistas o zuinglianos lograran propiamente identifi carlos. Verdad es que tanto a Juan de Valdés como también a Antonio del Corro los viejos y nuevos cancerberos de la fe siguieron ocasionándoles todo tipo de difi cultades, pero más grave hubiera sido el resultado si ellos hubieran logrado probar con los textos en la mano la procedencia exacta de las ideas difundidas en estos y otros escritos.

Imaginemos que en el año 1529,

  1. Gilly (1983: 266-280), (1997a: 99-112). Todos los textos de Lutero traducidos o adaptados por Valdés se pueden ahora consultar, contrastados y en extenso en Vives (2009: 104-176). Los editores atribuyen aquí la autoría del Diálogo de doctrina christiana a Juan Luis Vives con absoluta arbitrariedad, escamoteando al lector hasta los cuatro pasajes del proceso de Juan de Vergara en los que tanto Valdés como sus censores y amigos declararon explícitamente haber sido este el verdadero autor; cf. Valdés (1925: 69-70).

 

al tiempo que se disputaua entre los doctores theologos desta villa de Alcalá para liquidar y examinar un libro de doctrina christiana que hizo un Valdés, estudiante que es natural de Cuenca a lo que dizen, el qual estava ynpreso que se yntitula libro de doctrina christiana hecho por un rreligioso […]

los censores de Alcalá hubiesen descubierto durante la lectura que

las referencias ocultas y numerosas criptocitas contenidas en ese libro no iban en realidad —como temía Juan de Vergara— “a fuer de Erasmo [sin]o a fuer del perro de Luthero, quod Deus avertat”.2 No cabe la menor duda de que el joven erasmista y presunto alumbrado Juan de Valdés habría sido inmediatamente encarcelado y condenado a morir en la hoguera como luterano convicto, sin tener ocasión de desarrollar ulteriormente en Nápoles un espiritualismo propio que, con el tiempo, lo alejaría paulatinamente de Lutero y acercaría de nuevo al Erasmo más radical, el propagador de la religión del puro espíritu.3

Por cuanto toca a Antonio del Corro, el riesgo de que sus fuentes fuesen puestas en evidencia era naturalmente mayor, pues, al contrario del Dialogo de doctrina de Valdés, sus censores inmediatos no eran los inquisidores y otros “monacos hispanos”, al parecer del todo ignaros en el conocimiento directo de textos de Lutero, sino dos de los mayores teólogos de la Reforma en Suiza, Heinrich Bullinger y Rudolph Gwalther, y a la vez enemigos declarados de la doctrina de Sébastien Castellion. De la muerte de este el primero se alegró sobremanera (“Optime vero factum quod Basileae mortuus est Castellio”; “mortuus est Castellio Basileae, quo nomine boni laetantur, perversa ingenia tristantur”; “Mortuus est Castellio, atque utinam cum ipso mortuae essent fanaticae opiniones plurimae”),4 mientras que el segundo, burlándose de la pobreza en la que había vivido y muerto el odiado saboyardo, añadía el oprobio a la infamia al afi rmar que, por rehuir un inminente proceso de herejía en Basilea, Castellion habría apelado al tribunal de Radamante y demás jueces del Averno (“Laudatur Castellio ex paupertate. Fuit is pauper ut solent monachi, qui

  1. Proceso de Juan de Vergara, f. CLXXXIr, CXVIIIv, cf. Valdés (1925: 124). Bataillon (1981: 124).
  2. Gilly (1985a: 324-326), (2005: 310-312).
  3. Buisson (1892: ii, 265-266); Guggisberg (1997: 230); Bèze (1960-2014: v, 1315, 27).

nihil habent et tamen omnia possident”; “Castellio ne coram Senatu Basiliensi causam diceret, ad Rhadamantum provocavit”).5

Antonio del Corro ignoraba naturalmente tales excesos de odio expresados en cartas privadas, pero, habiendo trabado amistad con el homónimo Gwalther, hijo del primero y nieto de Zwingli, quien llevaba dos años estudiando en Inglaterra y había al parecer asistido a sus clases, aprovechó la ocasión del retorno del joven a Zúrich para hacer llegar a ambos reformadores sendos ejemplares de su Dialogus theologicus sobre la Epístola del apóstol Pablo a los Romanos, recién salido de la imprenta londinense de Thomas Purfoot (el impreso y el prefacio llevan la fecha de 31 de mayo de 1574).6 En su carta de presentación a Bullinger de cinco semanas después, Corro se muestra descontento por la gran cantidad de errores tipográfi cos que afeaban, según él, esta primera edición de trescientos ejemplares y propone al reformador zuriqués nada menos que hacer imprimir el Dialogus theologicus de nuevo en Zúrich, previa su aprobación y las correcciones que considerase necesarias (“si quid est, quod tibi minus arrideat in hoc libello, pro tuo arbitrio et insigni prudentia corrigas, et correctum typis tradi iubeas”).7

Corro se presenta en la misma carta como uno de quienes, dos decenios atrás y en la lejana Sevilla, tuvieron ocasión de leer algunas obras de Bullinger retenidas en el secreto de la Inquisición dentro del castillo de Triana:

  1. Bèze (1960-2014: v, 25, 27); Calvin (1863-1900: xx, 240). Cuán diversa fue la actitud de Michel de Montaigne, al considerar la pobreza de Castellion “une grande honte de notre siècle” (Les Essais, I 35) o también la de Theodor Zwinger, su sucesor en la cátedra de griego, quien renunció al salario completo en favor de la viuda y de los hijos: “Seb. Castellio Allobrox […] scholaeque Basiliensis ob eruditionem uitaeque sanctimoniam decus” y “Seb. Castalio Allobrox, uir doctissimus et sanctissimus”, véase Zwinger (1565: 1225 y 1321); cf. Guggisberg (1956: 10-35); y sobre todo la primera parte del ensayo “Pietro Perna e la vita culturale e religiosa di Basilea fra il 1570 e il 1580”, en Rotondò (1974: 273-391) y (2008: ii, 479-532).
  2. Dialogus theologicus. Quo Epistola Divi Pauli Apostoli ad Romanos explanatur. Ex praelectionibus Antonii Corrani Hispalensis, sacrae theologiae professoris, collectus et concinnatus…, Londini, Pridie calendas Iunii, excudebat praelum Thomae Purfoetii ad Lucretiae symbolum. Cum Privilegio. 1574.
  3. Carta de Corro a Bullinger (“domino ac patri meo unice colendo”) de Londres, 7 de julio 1574: autógrafo original en Zúrich, Staatsarchiv, E II 369, fol. 186; Robinson (1845: 254-255; app. 156-157); sobre esta carta, véase también Boehmer (1904: 62); McFadden (1953: 420-425).

Yo soy uno de aquellos, sabio hombre, que con la ayuda de tus escritos pudieron llegar a un conocimiento más puro de la doctrina cristiana. Eso sucedió hace veinte años, cuando por obra de la providencia se presentó la oportuna ocasión de leer tus libros, que me daban los mismos inquisidores, y de donde logré obtener frutos ubérrimos por los que, todavía hoy cuando pienso en ellos, me siento altamente agradecido hacia ti.8

El español buscaba obviamente un apoyo explícito de los teólogos de Zúrich, a sabiendas de que el infl ujo de estos en Inglaterra y especialmente en sus dos famosas universidades superaba por entonces al de Calvino o de Théodore de Bèze,9 a cuya autoridad recurrían la mayor parte de sus detractores en Londres. Por eso en la misma carta, Corro informa a Bullinger de haber añadido al fi nal del Dialogus, como propia confesión de fe, una serie de “Artículos de la fe ortodoxa”10 sobre la predestinación, libre albedrío y justifi cación por la fe sola, pero que en realidad estaban sacados directamente de la Confessio Helvetica posterior de 1565, como Bullinger mejor que nadie podía comprobar, al haber sido él mismo el autor principal de esa confesión. Se trata de los mismos artículos que Corro había presentado ya en diversas ocasiones a requerimiento de sus adversarios, quienes una y otra vez no tardaban en censurarlos y apostillarlos fi eramente, pensando que se trataba de “fantasías y delirios”, producto de la mente herética del español.11 Como prueba de ello, Corro hizo llegar a Bullinger un espécimen u hoja volante con el texto del artículo

  1. En el “Memorial de libros prohibidos, reprobados y defendidos que están guardados en el secreto del Santo Ofi cio de la Inquisición de Sevilla” (c. 1560), se mencionan al menos diez escritos de Bullinger; véase López Muñoz (2011: ii, 512-524); mismo texto en Schäfer (2014: ii, 539-543).
  2. “English theologians were as likely to lean on Bullinger in Zurich, Musculus of Berne, or Peter Martyr as on Calvin or Beza”: Collinson (1985: 214); Collinson (1979: 71-102); Büsser (2005: ii, 209-246); Jenkins (2006: 235-237); Kirby (2007: 3-12 y ss.).
  3. “Articuli fi dei orthodoxae quam Anthonius Corranus Hispalensis sacrae theologiae studiosus profi [te]tur semperque professus est”, Dialogus theologicus, *3v- (1574: 96-107).
  4. Carta de Corro a Bullinger (como nota 7): “Articuli religionis quos in calce libelli posui, ex vestra confessione decerpti sunt: ad confutandam illorum malignitatem, qui ob privatum odium, quo me prosequuntur, hos eosdem articulos manu scriptos, et ad meam ostendendam innocentiam oblatos, summa cum impudentia damnarunt, existimantes foetum fuisse meum”. Sobre todo este episodio, véase ahora García Pinilla (2014: 65-71).
  • (sobre la predestinación), impreso en latín y en inglés, y con las cen-suras de un adversario tan temible como el puritano Edward Dering escritas a mano al margen y la historia de todo el episodio, descritas al verso del mismo folio, que acaban de ser estudiadas recientemente.12

Bullinger, por su parte, se contentó con notar en el dorso de la carta la frase “Hispani cuisdam Professoris in Anglia ad me scriptum 1574”, pero no escribió absolutamente nada en el ejemplar corregido que Corro le había enviado y que parece haberse conservado.13 Todo ello es

  1. “Specimen huius malignitatis perspicies in folio quodam hic latino et Anglicano sermone excuso, cum censuris cuiusdam Aristarchi [Edward Dering] ut ex unguibus —uti dici solet— possis dignoscere leonem. Folium tibi tradet ipse iunior Gualterus, multoque plura narrabit de quorundam praepostera erga me agendi ratione”, véase abajo, nota 14. La hoja volante en cuestión se titula De praedestinatione Dei et Electione Sanctorum / Of Gods predestination, and Election of his Saincts (1 hoja en folio, s.l.s.d. [1571?]; único ejemplar conservado en Zúrich, Staatsarchiv, E II 369, n.º 206; desconocido a Boehmer y McFadden y mal descrito en Kinder (1986: 136). Como se indica en el verso de la hoja, el texto y las notas marginales están íntegramente tomados del capítulo X de la Confessio et expositio simplex orthodoxae fi dei (1566: 22r-23r), y de la segunda edición de la traducción inglesa A confession of faith, made by common consent (1571: H4v-7r.), atribuida falsamente a Théodore de Bèze por contener su célebre arenga al príncipe de Condé que sirve de prefacio a los Nuevos Testamentos ginebrinos a partir de 1565; véase Bèze (1960-2014: vi, 254-276).
  2. Se trata del ejemplar A8434 de la Biblioteca Nacional de Francia (BNF). Este ejemplar, que McFadden (1953: 423), apoyándose en la nota de procedencia (“Ex Biblioth. Fulient. Sti. Bern. Paris”) afi rma provenir de “Berna” en Suiza, procede en realidad de la Biblioteca del Couvent de Saint-Bernard des Feuillants en París, cuyo “enfer” contenía más de mil libros heréticos raros y curiosos otrora propiedad de Jean de Vassan, compilador de los secunda Scaligeriana y sobrino del gran coleccionista de libros y manuscritos Pierre Pithou. Este último residió entre 1568 y 1596 mayormente en Basilea, mientras que Vassan vivía en Ginebra, donde en 1599 tuvo por bibliotecario al no menos célebre coleccionista Melchor Goldast. Vassan acabó convirtiéndose al catolicismo, profesó en 1614 como monje “feuillant” y murió en 1652, legando todos sus libros al monasterio parisiense: cf. Delatour (1998: 410-421). El ejemplar A8434 de la BNF es con toda probabilidad el mismo ejemplar enviado por Corro a Bullinger en 1574, pues contiene numerosas correcciones y añadidos de mano de Corro para una segunda edición, como la que el sevillano quiso hacer imprimir en Zúrich o en Basilea. Por ejemplo, Corro avisa que quiere un tipo mayor para el prefacio (“characteres huius praefationis erunt maiores”) o un tipo menor para el Argumento general (“Characteres huius argumenti erunt minores”) y cierra el fi n del libro con la nueva frase: “Vale, christiane Lector, et Deum ora ut liberet suam Ecclesiam ab omni tyrannide uerosque pastores et doctores suo spiritu formet qui suam gloriam solummodo habeant et querant”. La segunda edición del Dialogus, Francfort, Bassé, 1587, corrió probablemente a cargo de Casiodoro de Reina, pero los cambios y correcciones (Boehmer 1904: 131) son menos abundantes y casi siempre diversos de los propuestos por Corro en el ejemplar de París. El hecho, además, de que la biblioteca de Bullinger (+ 1575) se dispersara

señal de que el antistes zuriqués no mostró el menor interés en reeditar el Dialogus de Corro en Zúrich, y menos aún de enviárselo al impresor Pietro Perna o a su confi dente Francesco Betti para que lo reimprimieran en Basilea, como el sevillano había pedido al joven Gwalther en las instrucciones que acompañaban al envío.14 Tanto Perna como Betti eran conocidísimos en Zúrich como secuaces y propagadores de las ideas de Castellion —o por decirlo con la fórmula que en 1567 y en la misma Basilea utilizó un celoso calvinista y asiduo correspondiente de Bullinger: ambos italianos pertenecían al grupo de quienes seguían y ensalzaban la doctrina, o mejor dicho, la secta de Castellion— “qui illius, nempe Castalionis, sententiam (ne dicam sectam) sequuntur et extollunt”.15

Perna, por su parte, acababa de publicar en 1573 una edición completa de la Biblia de Castellion —largamente utilizada por Corro en el Dialogus theologicus— y tres ediciones parciales en el año anterior, una de ellas dedicada por iniciativa de Betti nada menos que al futuro secretario de Estado Francis Walsingham. Y, fi nalmente, Betti también poseía una copia manuscrita de los Dialogi quatuor de Castellion

  • malvendiera a raíz de su muerte (cf. Leu 2003), aumenta la probabilidad de que ese mismo ejemplar corregido y “pronto para la imprenta” que Corro le había enviado terminara fi nalmente en las manos de coleccionistas como Pithou en Basilea o de Vassan en Ginebra. Ningún otro ejemplar de la edición de 1574 se conserva actualmente en las bibliotecas de Suiza y solo uno en las de Alemania.
    1. Carta de Corro a R. Gwalther de Londres (7 de julio 1574): “Curabis mi frater, omni adhibita diligentia, et tui parentis favore, ut libellus meus Tiguri excudatur, et pauca quaedam exemplaria, quae hic excusa sunt, supprimantur: nam innumeris scatent erratis. Quod si videris rem esse perdiffi cilem, obsecro te, ut libellum simul cum tabula mittas Basileam ad Petrum Pernam. Scribes autem epistolium cuidam nobili Italo, qui vocatur Franciscus Beti, qui quamvis mihi sit facie ignotus, existimo tamen cum lubenti animo, quae est eius humanitas, accepturum librum, et typographo traditurum. Tu interea de toto negotio brevi epistolio me facies certiorem, ut ad Petrum Pernam scribere tempestive queam: optarem enim proximis nundinis libellum in lucem emitti. Cum voles ad me scribere, includito tuas literas cum iis, quas pater tuus mittere solet domino Episcopo Londinensi, et ex eius manu ego eas accipiam, ne mei adversarii, uti saepius fecerunt, eas intercipiant. Vale”.
    2. Rotondò (1974: 284-286, 499) y (2008: ii, 488-490, 727). La fórmula se debe a Guglielmo Grataroli, quien la utilizó para advertir al fi nanciero y político Marcos Pérez de Segura, recién emigrado a la ciudad. Pero la advertencia fue del todo en vano: Pérez había sido en Amberes —y continuó siendo en Basilea— el principal protector de castellionistas como Casiodoro de Reina y Antonio del Corro, y también su viuda, Úrsula López de Villanova, al partir en 1574 de Basilea para Duisburg, se llevó consigo un hijo y una hija de Castellion, fi nanciándoles la educación.

que, junto a la otra copia de mano del recién fenecido Silvestro Tegli, sirvió para la célebre edición clandestina de estos Diálogos en marzo de 1578, a cargo de Fausto Sozzini y con el fi cticio pie de imprenta de “Arisdorf” en lugar de “Basilea”. El celo y la indiscreción de un antiguo alumno de Corro, Francesco Pucci, a quien al confi scársele en su domicilio los ejemplares de su famosa Thesis sobre la inexistencia del pecado original16 se le encontraron también dos ejemplares de los Dialogi quatuor recién impresos, tuvo como consecuencia inmediata que el senado de la ciudad ordenara la confi scación de los ejemplares todavía no vendidos en la feria del libro de Francfort, y a la vez ordenara el ingreso del impresor Perna en la cárcel; y como consecuencia fi nal, una aplicación más rigurosa de la censura previa, extendida ahora hasta a los profesores de la Universidad.17 Esto no obvió que, cuatro años más tarde, algunos amigos de Corro como Jacob Wittewronghel, Arthur Golding y Abraham Fleming reeditaran en latín y tradujeran al inglés el primero de estos diálogos De vera Christiani hominis fi de Dialogus elegantissimus, Londres, 1581 / Concerning the true beleefe of a Christian man a most excellent and profi table dialogue, by S.C., Londres, 1582, dedicándolo al obispo de Londres y proponiéndolo como libro de texto para las escuelas de latín.18

No cabe duda, pues, de que la sola mención de Perna y Betti y una eventual hojeada al libro del sevillano debieron de bastar a los reformadores zuriqueses para no fomentar la difusión del Dialogus theologicus. Y por si fuera poco, unos meses después, en enero de 1575, el yerno de Bullinger y conocido polemista antisociniano Josias Simler recibió desde Eton una denuncia detallada de las ideas teológicas del español. La denuncia provenía de un oyente ocasional de Corro y futuro obispo de Lincoln, de nombre William Barlow, y aunque ha sido

  1. La Thesis de Pucci está publicada en Firpo (1955: 105-106); Pucci (1957: 21-23); la censura de la Thesis por parte de los teólogos de Basilea en Rotondò (2008: ii, 622625); su concatenación con la Brevis dispositio o “tabula arborifera” en Biagioni (2001: 345-349). La copia de la Brevis dispositio o “tabula arborifera” de Corro, autógrafa de Pucci, parece haber escapado a la confi scación de 1578 y se nos ha conservado en Schaff hausen por un profesor de Basilea; cf. nota 87.
  2. Perini (1966: 170-172); Guggisberg (1967: 199); Rotondò (1974: 314-326) y (2008: ii, 516-524); Gilly (1998: 147-176).
  3. Hudson (1976: 197-206). Golding y Fleming habían traducido anteriormente varias obras de Calvino y Bèze al inglés.

comentada ya largamente por Boehmer y McFadden,19 merece ser resumida una vez más:

En Londres —escribe Barlow—, enseñan ahora dos teólogos bastante célebres. El uno, francés, es docto y piadoso, se llama Pierre Loyseleur de Villiers; el otro, español, se llama Antonio Corranus, es docto y elocuente, pero muchos dudan de su piedad, ya que cuestiona la autoridad de los reformadores más meritorios. Es, en cambio, un admirador incondicional de Sébastien Castellion, cuya versión latina de la Biblia él aprecia no tanto como traducción —pues no ha traducido palabra por palabra— sino como paráfrase o traducción frase por frase; y es aquí donde, según Corro, Castellion supera a todos los demás intérpretes en muchas leguas.20 El denunciante añade que Corro se interesó muchísimo en obtener un ejemplar de unos diálogos sobre la trinidad de [Ochino pero traducidos por] Castellion y que, asistiendo él una vez a sus lecciones, oyó decir a Corro que no habíamos sido salvados ni por Lutero ni por Calvino, sino por la sangre del cordero muerto por los pecados del mundo, pero omitiendo expresamente las palabras “ab initio mundi”. ¡ójala se hubiera quedado en Compostela!

Además de polemista antisociniano, Simler era sobre todo el continuador de la célebre Bibliotheca Universalis de Konrad Gessner, y si ya en la recién publicada edición de 1574 había omitido arbitrariamente la mención de las ediciones de la Biblia de Castellion a partir de 1554 (“por haber este traducido la santa escritura pésimamente tanto en latín como en francés”), no es de extrañar que tampoco incluyera en sus notas para la siguiente edición póstuma de 1583 ni el nombre de Corro ni el título de su libro.21

  1. Robinson (1845: 261-262; app. 160); Boehmer (1904: 62-63); McFadden (1953: 426-315).
  2. En la cabal evaluación técnica de la versión bíblica realizada por Castellion, el español se adelanta a la serie de juicios positivos de críticos posteriores, que culminan con el aserto de Johann Franc. Buddeus en su Isagoge de 1727 (ii, 540) o 1730 (ii, 1338), de que Castellion “en muchísimos lugares ha transmitido el sentido no solo con exactitud y pertinencia, sino también con elegancia y claridad, de modo que su versión puede ser utilizada como un comentario” (“ut instar commentarii haec eiusdem versio esse queat”). Sobre estos juicios véanse Guggisberg (1956: 35-45, 12-141, 158-168) y Eskhult (2013: 109-138).
  3. El artículo sobre Castellion en la Bibliotheca Universalis resalta la contradicción entre las alabanzas de la primera parte, redactada por Gessner mismo y por Conradus

Pero esto no quiere decir que Bullinger, Gwalther o Simler se hubieran percatado de la presencia de textos de Castellion, sea en el Dialogus theologicus, sea en la Brevis dispositio o “tabula arborifera” que lo resume, como tampoco se percataron sus críticos de entonces en Inglaterra, y menos aún los investigadores modernos que se han ocupado en describir y analizar este Diálogo y también otras obras de Antonio del Corro.

Indicios no faltaban, naturalmente, pues ya Eduard Boehmer en el volumen dedicado a Corro de sus Spanish Reformers of two Centuries de 1904, había señalado el uso preferente por parte de Corro de la versión latina de Castellion en los Acta consistorii de 1571 y en el prefacio del De sacrae scripturae auctoritate de Fausto Sozzini de 1588.22 En cambio McFadden, en su valiosa tesis de 1953, afi rmó rotundamente que Corro no se refi rió a la Biblia de Castellion sino una sola vez y que no existen pruebas de que el español hubiera leído cualquier otra de sus obras (“We have no proof that he read any of his other Works”).23

Basándose en la tesis inédita de McFadden, Paul Hauben dedicó a Corro la parte más extensa de su libro Three Spanish Heretics and the Reformation de 1967 donde, lleno de admiración, le aplica el sobriquete de “the fantastic Spaniard” y lo caracteriza como “an Evangelical Calvinist”; pero al describir la teología de Corro, Hauben afi rma repetidamente que esta adolece de malentendidos ingenuos (“although it suffered from certain naive misconceptions”) y que tanto su Carta a los Pastores Luteranos de Amberes como la Carta enviada a Felipe II publicadas en 1567 en Amberes dan prueba de su “naïveté”, y suscitaron toda clase de malentendidos similares (“aroused similary belated misconceptions”).24 Y no es sino después de citar una breve exposición de la teología de Castellion de apenas ocho líneas, tomada de un artículo

Lycosthenes (“Postremo vertit tota Biblia ita diligenter et summa fi de ad Hebraica et Graeca exemplaria […] ac inde in Latinam linguam, observata ubique et perspicuitatis et elegantiae et proprietatis ipsius ratione, ut omnes omnium versiones hactenus editas longo post se intervallo reliquisse videatur”) y la parte añadida por Simler en las ediciones de 1574 y 1583 (“Translatio utraque Bibliorum a multis reprehenditur, et vir doctissimus Theodorus [de Bèze] eum manifeste multos locos novi foederis corrupisse arguit et scripto peculiari adversus eius reprehensiones edito, docet sacras literas in Latinum et Gallicum pessime ab eo conversas esse”).

  1. Boehmer (1904: 98, 106, 126).
  2. McFadden (1953: 695).
  3. Hauben (1967a: 126) y (1967b: 3, 27, 56).

de Jean Jacquot, cuando Hauben descubre un paralelismo entre el español y el saboyardo y se lo apropia sin más para caracterizar el núcleo de la teología del español (“perhaps a recent and acute paraphrasal of the doctrines of Sebastien Castellion […] suffi ces also to summarize the core of the Spaniard’s theology”).25

Las pruebas de que este aserto corresponde a la realidad las aportó por primera vez en 1985 quien esto escribe y las siguió corroborando en trabajos ulteriores.26 Pero exceptuando a Vermaseren (en un último apéndice de su biografía de Corro),27 a García Pinilla28 y últimamente a Antonio Rivera,29 el infl ujo de Castellion se sigue ignorando del todo o, a lo más, se lo reduce a una toma de posición común en la lucha por la tolerancia. Más peculiar es la postura de José C. Nieto, quien en su voluminoso libro El Renacimiento y la otra España intenta rebatir la tesis del infl ujo erasmiano, cara a Marcel Bataillon, evita escrupulosamente asociar el nombre de Castellion al de Corro y subraya, en cambio, de manera repetitiva la autonomía y originalidad del exiliado español, su “conciencia autónoma”, “su metodología autónoma iniciada en Sevilla”, su participación en el “movimiento autóctono sevillano” y su encaje perfecto dentro de la más auténtica “tradición heterodoxa autóctona hispánica”, hasta concluir lapidariamente con la frase: “A España no le habría sido necesario ni Sebastián Castellion, ni Erasmo, ni Voltaire, si hubiese escuchado el ritmo de su propio palpitar histórico”.30

Al contrario de Nieto, el investigador canadiense Steven Griffi n, en una tesis doctoral de 2011, no descarta la presencia de infl uencias extranjeras en el por Nieto así llamado “indigenous Protestantism” español, pero al tratar de Corro, se contenta con defi nir el Dialogus theologicus de 1574 como “a classically Augustinian view of sin and

  1. Hauben (1967b: 49); Jacquot (1953: 24); Gilly (1985a: 358).
  2. Gilly (1985a: 324-326, 440), (1986: 166), (1989: 166), (1997: 33-34), (2001: 335326) y (2005: 335); García Pinilla (2008: 598) y (2013: 62).
  3. Vermaseren (1990: 262).
  4. García Pinilla (2008: 598) y (2013: 62).
  5. Rivera García (2006: 19), donde se declara sin más precisión que la defensa de la tolerancia por parte de Corro sea mucho más radical que la del propio Castellion. Sin embargo, en un nuevo ensayo pendiente de publicación, “Humanismo y Reforma en Juan de Valdés y Antonio del Corro” el autor asume, analiza y completa los nuevos resultados.
  6. Nieto (1997: 480-485 y ss., espec. 150, 155).

grace”, y en la Lettre envoyée a Felipe II de 1567 cree hallar huellas del infl ujo de Bullinger y no de Castellion, a quien no cita sino por un genérico artículo de diccionario.31 Rady Roldán-Figueroa, por su parte, que ha estudiado y comentado el Dialogus theologicus muy profusamente, se cree obligado a corregir a Hauben por la importancia que este habría dado a Castellion como “driving infl uence” en la evolución de Corro —cosa que Hauben en realidad nunca hizo— y nos presenta como sucedáneos a Andreas Osiander y a Wolfgang Musculus: al uno quizá, como ya hizo Marcel Bataillon, por haber sido nombrado por Corro en su célebre carta escrita a Casiodoro de Reina desde Théobon,32 y al otro por representar en Berna una actitud más moderada respecto al dogma de la predestinación de los teólogos de Ginebra: “I see the driving infl uence behind Corro in the theology of the Bernese reformation and in the Work of Andreas Osiander”.33

El investigador portorriqueño cree probar el infl ujo de Osiander en la teología de Corro con argumentos espiritualistas, aplicables en su totalidad no solo a Osiander (cuyos libros el español quiso, pero no sabemos si llegó a leer), sino también a Castellion (cuyos libros, aun los inéditos, sí sabemos que Corro leyó y poseyó). Y por lo que toca a Musculus, Roldán-Figueroa ha identifi cado al teólogo de Berna como traductor al latín del Argumentum de pseudo-Atanasio que precede al texto propiamente dicho del Dialogus theologicus sobre la Epístola

  1. Griffi n (2011: 9, 225-231, espec. 228). La tesis de Griffi n es importante sobre todo por ofrecer por primera vez en español y en traducción inglesa la transcripción completa de la Declaracion, o Confession de Fe, hecha por ciertos fi eles españoles que huyendo de los abusos de la Iglesia romana, y la crueldad de la Inquisición de España hizieron a la Iglesia de los fi eles de Casiodoro de Reina, según la edición prínceps de Francfort, 1577. La edición anterior de Hazlett (2009) sigue el texto más corrupto de la edición bilingüe de Kassel 1601, mas conserva en parte las notas marginales y hace referencias ocasionales a la versión manuscrita latina autógrafa de Casiodoro de Reina. Pero no se han colmado las frecuentes lagunas ni corregido todos los “gazapos” presentes en la edición de 1601. Tampoco faltan en ambas ediciones frecuentes faltas de lectura, algunas comunes como: “declaramosbos”, “bos avrá”, “Y para que meior bos conste ser ansi […] damosbos” (Griffi n); “declaramos bos”, “bos avra”, “Y para que meyor bos conste […] damosbos” (Hazlett), cuando en las ediciones originales se lee: “declaramoshos”, “hos aurá”, “hos conste” y “damoshos”. Urge por tanto una verdadera edición crítica del texto español de 1577 y de la versión original latina de 1559-1560 que Casiodoro presentó entonces a las autoridades inglesas.
  2. Bataillon (1977: 34-35).
  3. Roldán-Figueroa (2009: 401).

a los Romanos y que Corro se apropió para introducir y presentar al lector su propio texto “under the mantle of historical orthodoxy”.34

Por fortuna para el lector sin contacto asiduo con el latín, Francisco Ruiz de Pablos ha traducido recientemente al español el texto completo del Dialogus theologicus de Corro con el título Comentario Dialogado de la Carta a los Romanos, incluidas la Breve disposición y los Artículos de Fe ortodoxa. En su larga introducción, Ruiz de Pablos nombra una sola vez al “teólogo de Basilea” y “apologeta de la libertad de conciencia” Sébastien Castellion, pero sin relacionarlo con Corro en absoluto e ignorando que, por vía de Corro, han sido en parte textos de Castellion los que él ha vertido al español y que hasta el bello dibujo que adorna la portada del libro es originario del heterodoxo saboyardo.35 Pero vayamos por partes.

CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA DEL DIALOGUS THEOLOGICUS

Tanto la versión latina del Dialogus theologicus como la sucesiva traducción inglesa, A Theological dialogue de Antonio del Corro, se componen de las partes siguientes:

1)

Dialogus theologicus. Qvo epistola divi Pauli apostoli ad Romanos explanatur. Ex praelectionibus Antonij Corrani Hispalensis, sacrae theologiae professoris, collectus, et concinnatus. Psal. 120. Jehova, libera animam meam a labijs falsitatis, a lingua doli. Quid dabit tibi, aut quid addet tibi lingua doli? sagitta robusti viri acutae cum carbonibus iuniperorum. Londini Pridie calendas Iunij, excudebat praelum Thomae Purfoetij ad

Lucretiae. Cum Priuilegio. 1574

A theological dialogue. Wherin the Epistle of S. Paul the Apostle to the Romanes is expounded. Gathered and set together out of the Readings of Antonie Corranus of Siville, professor of Divinitie. Psalm 122. [sic] Lorde deliver my soule from false lippes and a deceiptfull tung. What shall he give thee, or what shal be put unto thee thou deceiptfull tung? The sharpe arrowes of a strong man, with the coles of Juniper.

Imprinted at London | by Thomas Purfoote, dwelling in Paules Churchyarde at the signe of the Lucrece. An.

1575. |

  1. Roldán-Figueroa (2009: 407-408, 412-413).
  2. Corro (2010).

 

2)

[Nota:] Huic Dialogo additi sunt praecipui articuli nostrae Christianae religionis… Appendicis loco habebit lector tabellam totius epistolae ad Romanos.

3)

Generosis viris utriusque Templi 31

Mai 1574 *1r-7v, A1r-A2v)

4)36

To the Gentlemen of both the Temples 31 Mai 1574 (A1r-B8v)
Argumentum generale in omnes Epistolas Apostolicas36 (A3r-4v).

5)

A generall Argument upon all the Epistles of the Apostles ( B8v-C1v)
Argumentum Epistolae […] ex libris Athanasii Episcopi Alexandrini (A5r8v).

6)

The Argument of the Epistles of Paule […] taken out of the bokes of Athanasius (C1v-C3v)
Dialogus, quo Epistola Beati Pauli ad Romanos familiariter explicatur (1r95v).

7)

A Dialogue wherin the Epistle of S. Paul to the Romanes familiarly expounded (1r-139r).-C
Articuli fi dei orthodoxae quam Antonius Corranus Hispalensis Sacrae Theologiae studiosus profi tetur semperque professus est (96r-107v). The Articles of the Catholike fyth wich Anthonie Coranus Spaniarde Student of Divinitie professeth, and alwayes hath professed (139v-155v).

36. El “Argumentum generale” se incluye también y sin cambios como parte del prólogo de Corro dirigido a la juventud de Oxford en la Epistola beati Pauli Apostoli ad Romanos […] in Dialogi formam redacta, London, Vautrellier, 1581, b1r-v, que fue reeditada por Doede Van Answeer (1618: A2v).

To Robert Dudley Earl of Leicester (ɠ2r-3v) & English (ɠ4r-8v).

8)37

Errata ([156r]), colofón / [hoja variante:] Errata ([156r-157v]).37

9)

Brevis dispositio illius Epistolae quam beatus Apostolus Paulus ad Romanos scripsit, explanata similitudine quam ipse Apostolus usurpat ab arborum insitione, ubi de iustifi catione eiusque individua comite sanctifi catione, item de triplici hominis statu, irrenati, renascentis, et renati.

A breefe disposement of the Epistle which the Apostle S. Paule wrote to the Romanes, made playne by the [similitude of] greffi ng of Trees, where he trated of Iustifi cation and of holynesse the unseparable companie thereof: And moreover of the three states of man, namely Unregenerated, Regenerating, and Regenerated.

 

  • En la portada del libro, Corro presenta su comentario dialogado de la carta del apóstol Pablo a los Romanos como fruto y resultado de sus lecciones, tenidas en público como profesor de teología en el Temple durante los últimos tres años, pero cuya ortodoxia venía siendo puesta repetidamente en tela de juicio por sus adversarios calvinistas de Londres.38 Esta es la razón por la que el español elige como motto del libro un pasaje del salmo CXX dirigido contra las malas lenguas, tomándolo esta vez, contra su costumbre habitual, no de la versión latina de Castellion, sino de los comentarios a los salmos del mismísimo

Calvino.39

  • En la vuelta de la portada, Corro enuncia brevemente el contenido de los dos apéndices del libro, a saber, los principales puntos de su confesión de fe —que resultarán ser los de la Confessio Helvetica de 1566— y la Breve disposición como suma y conclusión de todo el Diálogo —pero que resultará provenir casi enteramente de un texto de Castellion—.
  1. En el ejemplar de la Huntington Library, accesible en Internet (EEBO), la fe de erratas ocupa solo media página; en cambio, en el ejemplar A8434 de la BNF ocupa dos páginas enteras, impresas posteriormente.
  2. García Pinilla (2014: 63-64).
  3. Calvin (1557: 569). El único cambio toca al término “a labiis”, que Calvino, como casi todos los exégetas, usa en singular “a labio”.
  • Sigue la Epístola introductoria, dirigida a los regentes del Inner y Middle Temple, prestigiosa institución donde se formaban los juristas para todo el reino: Corro rememora aquí sus diez años pasados en Francia y Flandes en medio de las guerras civiles, predicando en lengua francesa, pero sintiéndose siempre como en tierra extraña por la falta de ocasión de servir a gentes de su propia nación. Esa tan deseada oportunidad se le abrió, sin embargo, apenas llegado a Inglaterra. Ya que fue en Londres donde pudo fi nalmente reunir en un mismo lugar a cierto número de compatriotas, “que habían abandonado el reino de las Españas por causa del evangelio”, predicándoles allí en público y en la propia lengua la doctrina de la sagrada escritura, no sin gran malestar de los envidiosos, mas con provecho máximo de muchos. Pero esta feliz conyuntura —prosigue Corro— no duró más allá de dos años, ya que “las intrigas y formas clandestinas de actuar de aquellos mismos, para quienes trabajé durante todo un decenio”, terminaron por disolver aquella congregación de exiliados españoles, que por motivo de religión, abandonada la patria, se habían trasladado a regiones del exterior, demoliéndola hasta los cimientos. Sobre los causantes de tal demolición y de sus engaños y falsas acusaciones Corro anuncia que escribirá quizá en otro momento con más detalle; ahora solo quiere aquí asegurar a sus compatriotas ausentes que, por su parte, no se impidió que se mantuviese hasta este día la iglesia española de Londres (“Ecclesia illa Hispanica, Londini erecta”), y dejar a la vez testimonio escrito tanto de la propia inocencia como de su decidida voluntad de promover la doctrina evangélica entre sus coterráneos. Ahora, en cambio, la necesidad ha obligado a Corro a cambiar otra vez de lengua contra su voluntad, con las molestias que esto en la enseñanza conlleva (“mihi molestissima nempe idiomatis in docendo mutatio”), porque si antes, en lengua española, era capaz de expresar perfectamente sus ideas y sensaciones, ahora en la lengua latina no hace sino balbucirlas, traicionando la propia impericia que, por fortuna, es compensada por la benevolencia de los oyentes, que valoran más lo que se dice que las fl ores retóricas con que lo dicho se adorna. En la parte fi nal de esta epístola dedicatoria Corro enuncia brevemente las líneas de doctrina que él considera maestras en la Epístola a los Romanos y que él defi ne como los dos principales capítulos de nuestra religión, a saber, la doctrina del bien creer y la del bien obrar (“nempe, doctrinam bene credendi, et bene agendi”).
  • A continuación, Corro presenta un brevísimo y original resumen del contenido doctrinal de las epístolas tanto de Pablo como de los otros apóstoles, prestando especial atención a la relación entre “fe salvífi ca, viva y fructuosa” y “buenas obras”.
  • El “Argumentum Epistolae ad Romanos”, con el que Corro abre su diálogo proviene de un escrito de pseudo-Atanasio, traducido por Wolfgang Musculus con el título Succinta divinae scripturae veteris ac novi instrumenti synopsis, y publicado en 1556 en el cuarto tomo de los Opera omnia de Atanasio.40 Corro era buen conocedor de escritos de Musculus, a quien se refi ere varias veces en su Apologia fratribus consistorii manuscrita de 1569.41 Pero de aquí a hacer de Musculus el inspirador de las ideas de Corro, como pretende Roldán-Figueroa, va un abismo,42 dado que los préstamos tomados de Musculus no superan ni en frecuencia ni extensión a los tomados de Erasmo, Lutero, Melanchthon, Calvino y a otros diez reformadores más. Corro, probablemente, ni siquiera sabía que hubiera sido Musculus el traductor de la Synopsis pseudoatanasiana, ya que él extrajo el texto del “Argumentum” no de las obras del padre de la iglesia griego, sino de un libro de Castellion, a saber, de la edición póstuma de la Biblia sacra impresa por Perna en Basilea en 1573.43
  • En el Diálogo propiamente dicho, que se extiende de los folios 1 recto al 95 verso, la presencia de Castellion se encuentra mucho más diluida, pero se detecta por todas partes, y es lástima que en la única
  1. Athanasius (1556: IV, 134-135).
  2. Apologia Corrani, Ginebra, BPU, ms. francés 407: 62-r-119v (64v: “Responsum Anthonii Corrani Hisp. confi rmatum auctoritate doctorum quorum haec sunt nomina”); Boehmer (1904: 92). Pero solo una vez señala preferencia por el teólogo de Berna, ibid., 126v: “Non displicet etiam Musculi Consilium, qui ‘de Reprobis ne cogitandum quidem esse existimat, nedum in ecclesia Dei tanta cum acerbitate digladiandum’, Musculus, Loci communes [De electione], cap. 10 de reprobis, pag. 414” (ed. 1567: 547).
  3. Roldán-Figueroa (2009: 407-408, 412-413). Sobre la opinión predestinacionaria de Musculus que Richard Simon juzgaba moderada y Pierre Bayle tan rígida como la de Calvino, véase Bodenmann (2000: 388-398).
  4. Castellion (1573: ii, 217-218). En la parte correspondiente al Nuevo Testamento —sea cumpliendo la voluntad del traductor, sea por iniciativa del tipógrafo— se añadieron en esta edición una serie de argumentos introductorios a cada libro, cuatro de Cosmas de Alejandría para los evangelios y veintitrés de pseudo-Atanasio para los libros que van de los Acta al Apocalypsis. En las posteriores ediciones de la Biblia Castellionis del siglo XVIII esos argumentos van colocados como introducción a las anotaciones correspondientes al fi nal del volumen.

investigación fi lológica reciente dedicada en España a la Epístola a los Romanos en la versión de Castellion, no se hayan tenido en cuenta precisamente los comentarios de Corro (y quizá también los de Théodore de Bèze como punto de referencia o de advocatus diaboli).44 Como el lector recuerda, Corro apreciaba la traducción latina del saboyardo más como paráfrasis que como traducción literal, y eso explica que en sus citas bíblicas no adopte siempre la terminología de Castellion, sino que se sirva también de la Vulgata, de la versión de Erasmo, de las Biblias de Zúrich y de Ginebra o de una combinación de todas ellas. Por cuanto atañe al contenido teológico y al contrario de cuanto Corro afi rma de entrada, que ha compuesto el Diálogo sirviéndose indistintamente de una mole de apuntes tomados durante la lectura de diversos autores (“ex prolixa illa mearum schedularum farragine, dialogum hunc concinnare”), la doctrina espiritualista que él defi ende y que por boca de ambos interlocutores, Pablo y un ciudadano romano, también formula, diverge en puntos esenciales de la comúnmente adoptada por las iglesias ofi ciales surgidas de la Reforma. Pues como Corro mismo formuló en su célebre carta escrita desde Théobon a Casiodoro de Reina en la Navidad de 1563, él no quería interesarse a partir de entonces sino por libros “que tratassen la doctrina de nuestra Religión, con edifi cación de nuestras consciencias. Porque, cierto, ya estoy fastidiado de hebraísmos y helenismos, y los luengos comentarios no me dan gusto ni sabor”.45

  1. Coronel Ramos (2010).
  2. Corro (1571: A5v). Véase Bèze (1960-2014: x, 34) donde este responde a Corro. “Te aburren, dices, los hebraísmos y los helenismos y los comentarios prolijos […]. Eso indica que eres inculto o tonto de remate, a no ser que el espíritu santo haya bajado sobre ti, que es el dogma de aquel impurísimo Gaspar […] a quien tú y tu amigo Casiodoro parecéis conocer tan bien, que prescindís de llamarle por el apellido de Schwenckfeld como hace todo el mundo […]. Sin embargo, de lo que yo más me admiro es que, cuando tú escribías esta carta, ¿no se te ha ocurrido pensar para quiénes o contra quiénes lo hacías? Pues, dime, ¿es que existe hoy por hoy bajo el cielo una nación más tarda para el conocimiento de Cristo y más dada a supersticiones groseras que la española? ¿Es que hay nación más fi el al ídolo romano y a las tradiciones de los hombres? Y a esto llamas tú ser más agudo que los otros pueblos. Pero ¿a qué pueblo debemos, si no, los dos monstruos más horribles nacidos por primera vez en nuestro siglo, a saber Ignacio de Loyola y Miguel Servet? Ninguno de ellos ha mostrado afi ción alguna ni por hebraísmos, ni por helenismos ni tampoco por prolijos comentarios, pero ambos, en cambio, estaban embebidos de sus vanísimas, inanísimas y españolísimas contemplaciones. ¿Quieres otro ejemplo, esta vez de uno de aquellos que hubiera podido llegar a ser algo, si no hubiera caído en el mismo vicio? Toma como ejemplo las Consideraciones de Juan

En el Diálogo, en efecto, Corro adopta y desarrolla formulaciones de sabor espiritualista, reconducibles en general a la doctrina de otros disidentes religiosos como Schwenckfeld, Crotoaldo, Aconcio, Velsius y Osiander, a quienes Corro menciona expresamente en su carta de Théobon (o también de Sebastian Franck, a quien Corro nunca nombra),46 pero que en este caso procedían de la lectura directa de los escritos de Castellion, cuyo nombre Corro tampoco necesitaba recordar a Casiodoro, siendo ambos, desde hacía ya varios años, admiradores y lectores asiduos de los libros del saboyardo.

Estas formulaciones arrancan ya con las tres preguntas al fi nal de la epístola-prefacio sobre “quiénes sean los pastores idóneos del nuevo testamento, a saber los hombres no de la letra, sino del espíritu”; cuál sea la condición previa que hay que cumplir, es decir, ser erudito, pero también “divinitus edoctus”, o lo que es lo mismo, theodídaktos (según la fórmula acuñada por Erasmo en su Ecclesiastae);47 y dónde esté localizado ese espíritu de Dios, “presente en la conciencia de cada uno y garante de la certeza de la propia vocación”.48

Al contrario de la Epistola beati Pauli ad Romanos in Dialogi formam redacta de 1581, donde los interlocutores son un “discipulus” que hace preguntas y un “praeceptor” que responde “metafraseando”

de Valdés, es decir especulaciones vaporosas, ante las que es milagro que la palabra de Dios no quede enturbiada entre las mujerzuelas y los ignorantes que las leen”.

  1. Son los censores de la iglesia italiana de Londres quienes en su Responsio ad Apologiam Corrani mencionan dos veces a Sebastian Franck como inspirador de Corro al señalar un pasaje “quod cum illo Sebastiano Franco commune habet” o al denunciar a Corro como asiduo lector de las obras de Franck: “Ita Sebastianus Francus, magnus vineae Domini vastator, Christum vocat sacramentum, et signum tantum esse dicit reconciliationis, cuius pessimi hominis libri utinam Corrano non tam essent familiares”. En realidad, los textos de Franck a la sazón asequibles a Corro por estar en latín no eran más que dos, ambos publicados bajo el pseudónimo de Augustinus Eleutherius y ambos probablemente en traducción de Castellion: los pasajes de la Chronica, Zeytbuch und Geschychtbibel de 1531 en el De haereticis an sint persequendi, Castellion (1554: 89-105) y el De arbore scientiae boni et mali de 1561. Corro podría haber también consultado una copia manuscrita de la célebre Epistola Sebastiani Franci ad Joannem Campanum de 1531, pero no las ediciones neerlandesa y alemana, impresas ambas en 1563.
  2. Erasmus (1535: 7): “Ergo qui cupit iuxta Paulum esse didaktikòs, hoc est, ad tradendam dei doctrinam idoneus, det operam ut prius sit theodídaktos, id est, divinitus edoctus”; véase también la edición de Medina del Campo de Dialogorum sacrorum de Castellion (1551: 268).
  3. Dialogus theologicus, *2v-4r.

el texto de Pablo en forma de catecismo,49 el Dialogus theologicus es un coloquio humanista entre dos personajes (Pablo encarcelado en Roma y un romano que lo visita en prisión) que conversan y discuten al mismo nivel sobre lo que Corro llama los dos capítulos fundamentales de la religión cristiana, a saber la doctrina de la fe y la de las buenas obras que proceden de la misma fe, puesto que a esos dos temas, en opinión de Corro, se puede reconducir cuanto contiene la sagrada escritura:

Summatim totius epistolae hic scopus est, ut omnibus mortalibus promiscue ostendam, duo religionis Christiana capita praecipua: nempe fi dei doctrinam, ac bonorum operum ex ipsa fi de procedentium, quoniam ad ea duo facile referri possunt quaecumque sacris literis prodita sunt.50

Esta convicción de Corro que, en fórmulas variables (“doctrina bene credendi et bene agendi”; “vera ratio cum bene credendi, tum bene agendi”), aparece en casi todos sus escritos,51 marca los límites que le separan teológicamente de sus correligionarios calvinistas,52 quienes como Théodore de Bèze consideraban el dogma de la eterna predestinación como el fundamento único de la salvación, como dejó constancia ya desde el frontispicio de un libro dirigido contra Castellion, Ad sycophantarum quorundam calumnias quibus unicum salutis nostrae fundamentum, id est aeternam Dei praedestinationem evertere nituntur.53 Corro, en cambio, obvia hablar de predestinación siempre que puede, y no acepta en absoluto la interpretación determinista de los

  1. Epistola beati Pauli ad Romanos, e graeco in latinum metafrastikõs versa, et in Dialogi formam redacta […] per Anthonium Corranum Hispalensem, Londres, Th.

Vautroller, 1581.

  1. Dialogus theologicus, 3r.
  2. Dialogus theologicus, A1v, B3r; Brevis dispositio, cf. infra; Epistola beati Pauli, B2v. Theses excerptae ex scriptis: Sepp (1881: 40-41).
  3. A la tesis de Corro, que quien no cree y vive mal él mismo se condena (“Non credendo et male vivendo homo facit se reprobum”), responden sus censores de 1576 contundentemente que, ya antes que malviviera y rechazara la palabra, ese estaba condenado desde toda la eternidad [“Antequam male viveret et rejiceret verbum, erat reprobus et ab aeterno”; Sepp (1881: 38)].
  4. Bèze (1558). El libro está dirigido casi exclusivamente contra Castellion, a quien no se nombra hasta la edición de 1582: Ad Sebastiani Castellionis calumnias quibus unicum salutis nostrae fundamentum, id est aeternam dei praedestinationem evertere nititur, responsio: Buisson (1892: ii, 127-129).

censores londinenses de su Tableau de l’œuvre de Dieu, que él considera totalmente absurda y fuera de lugar:

Cetera quae hic ponunt de fi rmitate et perpetuitate praedestinationis, de coactione et necessitate ad salutem, adeo sunt extra rem, ut responsionem non indigeant. Etiamsi satis prolixe respondi in meis schedulis, quas examinatores habent. Et nunc, ut breviter dicam quod sentio, ego nullam agnosco praedestinationem extra Christum neque aliud modum fruendi Christi benefi cio, nisi per fi dem, per dilectionem operantem, ut sequitur Paulus.54

Corro se muestra aquí completamente de acuerdo con la doctrina de la justifi cación de Castellion, que reprochaba a los reformadores el reducir la fe a mero saber teórico y a ciega confi anza en las promesas de Dios, desatendiendo a la vez las correspondientes buenas obras del hombre, hasta declararlas imposibles. Tanto Castellion como Corro están fuertemente anclados en el campo de la Reforma, pues ambos atribuyen la salvación a la misericordia divina y no a las obras de los hombres. Pero eso no excusa que se tengan que hacer esas obras. Y quien no las hace, ese no tiene fe en realidad:

Neque ego salutem in obedientia operibusve nostris colloco, sed in gratuita Dei misericordia. Sed hoc dico, si quis vere credit gratuitae Dei misericordiae, eum obedire Christi praeceptis […] Certe, qui preceptis non modo non obedit, sed ne obediri quidem posse credit, is praeceptis non vere credit.55

Por esta razón Corro insiste tanto en conciliar la doctrina de Pablo con la de Santiago, de quien llega a decir, tanto en el Dialogus theologicus como en la Epistola ad Romanos in Dialogi formam redacta, que el segundo hizo bien en corregir el presunto error del primero, al no acentuar el valor de las obras: “Iacobus errorem ex Paulinae doctrinae praepostera intelligentia profecto corrigit, docetque fi dem salvifi cam, vivam et fructuosam esse debere”.56

  1. Responsum Anthonii Corrani Hispalensis ad animadversiones quorundam in Tabulam divinorum operum [última semana de agosto de 1569], Ginebra, BPU, ms. francés 407: 125r-135v, cit. 129v. A esta respuesta precede el anterior Responsum Apologeticum ad obiectiones sibi propositas Londini contra Tabellam de opere Dei Gallice scriptam [primera semana de agosto de 1569], , 64v-119r, cit. 98r.
  2. Castellion (1578: 268, 277). Las citas corresponden al Dialogus de fi de, que Corro y sus amigos difundirían posteriormente en Inglaterra.
  3. Dialogus theologicus, A4r; Epistola beati Pauli, b1r.

Pero es en el Responsum ad animadversiones de 1569 donde Corro explica su modo de hacer conciliar las posturas de ambos apóstoles de una vez por todas y con toda claridad:

Quienes me acusan de atribuir la salvación indistintamente a la fe y a la voluntad de obedecer no dicen la verdad. Yo atribuyo la justifi cación totalmente y únicamente a la fe, y no a una fe histórica o simulada, sino a la fe viva y verdadera, que practica la obediencia por medio del amor. Conecto por tanto la causa con su efecto, no vaya la gente simple a pensar que yo considero ya como fe cualquier vano conjunto de especulaciones o presuntas persuasiones sobre Dios. Y es así como se hace concordar la doctrina de la fe en Pablo y en Santiago.57

El espacio de que disponemos no permite extendernos aquí más sobre otras cuestiones centrales, resueltas del mismo modo por Corro como anteriormente por Castellion, a saber:

— la elección universal a la salvación (“omne genus hominum sine discrimine”, 4v),

— la propia razón y conciencia como ley natural o ley divina (“in omnium gentium animis inustam esse et infi xam penitus legem quandam divinam”, 10v),

— la justifi cación es real y no imputada (“ex peccatoribus fi de iusti effi cimur”, 31r; “credentibus non solum peccata non imputat, verumetiam spiritum iustitiae infundit”, 30r),

— por el benefi cio de Cristo, el pecado original y sus secuelas han perdido todo su peligro (“ita ut nihil subsistat periculi, neque ab illo primigenio scelere, neque ab omnibus eius fructibus”, 35r),

— los tres estados del hombre (“triplex hominis status, irrenati, renascentis et renati”, 40r),

  1. Responsum Anthonii Corrani Hispalensis ad animadversiones, Ginebra, BPU, ms. francés 407: 131v: “Quod aiunt me confuse tribuere foelicitatem fi dei et voluntati obediendi dissentaneum est veritati. Ego enim soli fi dei in solidum tribuo Justiciam, at non historice aut hypocritice, sed verae et vivae fi dei, quae operatur obedientiam per dilectionem. Coniungo autem causam cum suo effectu, ne rudis plebs arbitretur fi dei nomine me intelligere vanas aliquas speculationes et hypocriticas persuasiones de deo. Hoc pacto doctrina Pauli et Jacobi de fi de et operibus concordant”. Un esquema similar aparece también en el anterior Responsum Apologeticum ad obiectiones sibi propositas Londini contra Tabellam de opere Dei Gallice scriptam [primera semana de agosto de 1569], ibid., 64v-119r, cit. 98r.

— la elección de Jacob y el repudio de Esaú, Rom. IX 11-13 (59 y ss.),

— el libre albedrío y la libertad evangélica (78 y ss.),

— tolerancia y pacifi smo integral frente a la violencia (75 y ss.), — inutilidad de las polémicas entre los teólogos (92v).

Analicemos, por ejemplo, el tema de la elección de Jacob y del repudio de Esaú (Rom. IX, 12), pues a este versículo “Maior serviet minori” había dedicado Castellion la más extensa de todas sus annotationes en la Biblia de 1554, seis páginas en folio, pero que fueron arrancadas de todos los ejemplares aún no vendidos por orden del antistes de la Iglesia y del rector de la Universidad de Basilea.58 Corro, por su parte, debió de disponer de una de las pocas copias manuscritas en circulación de estas Annotationes in caput nonum ad Romanos, quibus materia Electionis et Praedestinationis illustrantur (que no se imprimirían de nuevo hasta 1613),59 pues se sirve ampliamente de ellas para su propia argumentación.

El sevillano comienza recitando el episodio de Rebeca encinta de Esaú y de Jacob (Gen. 25:23), siguiendo naturalmente la versión de Castellion a la letra: “Duo gentes sunt in ventre tuo, duoque ex utero tuo populi dividentur, quorum alter altero plus poterit, minorique serviet maior”. Y del mismo modo que Castellion, Corro adopta este texto para explicar el pasaje central de la Biblia en el que Calvino y sus partidarios fundaban preferentemente su dogma de la predestinación absoluta (Rom. 9:10-12), transcribiéndolo de nuevo según la versión del saboyardo:

Sed etiam in Rebecca, ex uno Isaaco patre nostro utero ferente geminos, Iacobum nempe et Esaum. Nam eis nondum natis (et ideo neque bono, neque malo ullo functis) ut Dei decretum ratum esset ex eius gratuita electione, nulla habita ratione operum et meritorum, sed ut vocantis, favor gratuitus appareret atque permaneret, dictum fuit ipsi Rebeccae a Deo maiorem serviet minori.60

  1. Castellion (1554: 452-461); Gilly (1998: 151-152). El único ejemplar intacto que conozco es el de la Johannes a Lasco Bibliothek en Emden: <http://hardenberg.jalb.de/ display_page.php?elementId=10849>.
  2. Castellion (1613a).
  3. Dialogus theologicus, I1r; Castellion (1613a: 1-3). Los mismos argumentos y citas bíblicas se encuentran también en uno de los Dialogi IV, el De electione, que no se publicaría hasta cuatro años más tarde: Castellion (1578: 114-117) y también en el De arte dubitandi: Castellion (1981: 46-47).

Corro explica a continuación que de lo que en estos y otros textos (como “Iacobum amavi, Esaum vero odio habui”) exclusivamente se trata, es de la elección o previsión del futuro de dos pueblos o clases de gentes (en este caso de los judíos y de los gentiles), pero no de la predestinación individual de quienes pertenecen a ellos. Para él está del todo claro que la perdición de cada uno depende de uno mismo, pero que la salvación proviene de Dios (“estque ratum atque fi rmum apud me, perniciem nostram a nobis esse, salutem autem a Deo”).61 Y, por lo que toca a los pueblos, Corro afi rma que Dios es el Dios de todas las naciones y es voluntad suya que todos los creyentes se salven (“Deum esse omnium Gentium Deum velleque omnes credentes

servari”).62

LA CONFESIÓN DE FE DE ANTONIO DEL CORRO

7) Corro cierra su Diálogo, como arriba se ha visto, con una serie de artículos de fe, silenciando su procedencia de la Confessio Helvetica posterior, pero afi rmando ser esos los que, desde su salida de España, él siempre había profesado. También en el manuscrito de su Responsum ad animadversiones de 1569 alude Corro varias veces a esa misma confesión de las iglesias suizas como si fuera la propia (“Opinio Corr[ani] de praedest. vide Conf. Helvet. eccles. cap. 10”; “ut optime scripsit author confessionis Helveticarum Ecclesiarum, cuius doctrinam in omnibus sequor”).63 Algo que tienen que constatar, aunque con reservas y a regañadientes, los ministros de las tres iglesias del

  1. Dialogus theologicus, I1v; Castellion (1613a: 22): “Sed ut in cognitione crescamus et negociemur, ad hoc jam necessarium est offi cium nostrum: ita ut salutem nobis conferre non possimus, sed impedire certe possumus. Ita fi t, ut salus sit a Deo, pernicies a nobis ipsis…”. En 1615 Hugo Grotius cambió la expresión de ambos en “salutem quidem nostram ex Deo solo esse, at nos nobis ipsis perniciem accersere”: Mühlegger (2007: 285). Pero también en el cap. IX de la Confessio Helvetica prima, compuesta en Basilea en 1536, aparece la fórmula: “Et ex Deo salus, e nobis est perditio”, aunque desaparece en la Confessio Helvetica posterior de 1566, por incompatible con la doctrina reformada de la predestinación.
  2. Dialogus theologicus, I1r-I3v; las páginas correspondientes a esta argumentación se encuentran reproducidas también en Sepp (1872: iii, 184-188).
  3. Responsum Anthonii Corrani Hispalensis ad animadversiones, Genève, BPU, ms. francés 407: 127v, 129v, 134v.

refugio de Londres en su larguísima censura de 1576 (“Confessionem Helveticam pro sua subjicit”).64

Pero, en realidad, la única confesión de fe que Corro publicó, y a la que él repetidamente se refi ere como “meam confessionem ad Regem Hispaniarum”, no corresponde exactamente ni a la confesión de fe de las iglesias suizas ni a ninguna otra de las confesiones reformadas del momento. Se trata de la exposición de la doctrina evangélica sobre temas como las Escrituras, la caída del hombre, la redención, la fe, la justifi cación y las obras, que ocupan las ochenta y tres páginas centrales de su Carta a Felipe II y que Corro mismo defi ne solemnemente como “la pure confession que ie tiens, et croy estre tirée de la parole de

Dieu, et celle que ie pense prescher entre vos subiets”.65

En su biografía de Antonio del Corro, McFadden nos ha ofrecido un excelente resumen del contenido de esta confesión, apuntando oportunamente a las críticas de contemporáneos como Théodore de Bèze a propósito de la traducción “et Dieu estoit ceste Parole là”, sospechosa de servetismo,66 o a la posible dependencia de Corro respecto a Juan de Valdés (110 Consideraciones, lxxxv) en el caso de las tres distintas clases o escuelas con las que el primero distingue los tres grados que alcanzan los hombres en el conocimiento de Dios y en los que ya Boehmer se basó para atribuir a Corro la autoría del prefacio a una obra de Fausto Sozzini.67 Pero tanto Boehmer como McFadden se equivocan aquí, pues no es de Valdés, sino de un texto de Erasmo, y concretamente del cuarto libro del Eclesiastae sive de ratione Concionandi (Basilea, 1535) de donde Corro ha adaptado su distinción entre los modos o escuelas en los que Dios se da a conocer gradualmente a los hombres “y del que el español transcribe algunos pasajes, con referencia bibliográfi ca incluida, en su primer Responsum Apologeticum

  1. Theses excerptae ex lectionibus, colloquiis et maxime ex scriptis D. Corrani [et] Antitheses quibus Belgicae, Gallicae et Italicae Ecclesiarum Ministri […] suam sententiam de praecipuis articulis fi dei exponunt, n.º 24: Sepp (1881: 30-60, cit. 31).
  2. Corro (1567a: C8v-I1v) y (2006: 127-181). Para la versión latina inédita, pero ahora en curso de publicación, véase García Pinilla (2008), quien cita también el reenvío de Corro a esta misma confesión en la introducción a los “Articuli fi dei” zuriqueses en el Dialogus theologicus, 96r: “ante octo annos cum Antuerpiae docerem Gallico sermone, scripsi meae fi dei confessionem eadem lingua; quae etiam propediem, Deo favente, prodibit in lucem Latino et Anglicano sermone”.
  3. McFadden (1953: 579-593); Bèze (1960-2014: x, 37).
  4. Corro (1567a: D3r-D5v) y (2006: 131-134); Boehmer (1904: 75, 105-107).

de 1569 a sus censores de Londres: Verba Erasmi de gradibus quibus Deus innotuit”.68 Y este último gran libro de Erasmo, escrito entre 1518 y 1535, y que también se conoce con el título de Ecclesiastes sive Concionator evangelicus, Corro lo había tomado ya anteriormente como modelo metódico durante la redacción de su Tableau de l’œuvre de Dieu, y lo explica así a sus censores:

“Deus paulatim inotescens mundo”: […] cum sartam tectam cuperem hanc tabellam, destinato consilio volui ostendere lectori quibus modis et gradibus paulatim Deus innotescit mundo, suam hominibus ostenderit magestatem (!). Consulit hoc Erasmus lib. de ratione concionandi (quem resarciendo et amplifi cando hanc tabellam sum imitatus), ubi futurum theologum monet, ut diligentissime in scripturis inspiciat, observata temporum serie, quo pacto Deus dederit hominibus sui notitiam. Cuius doctoris verba in gratiam examinatorum recitabo.69

Nada de extraño, pues, que también Corro haya él mismo comentado, años más tarde, el libro del Eclesiastés, que llegaría a ser su libro más apreciado y citado durante el siglo siguiente. Y no sería tarea inútil indagar ulteriormente el impacto del Eclesiastes de Erasmo sobre la Salomonis Concio de Corro.70

Pero la parte fundamental de la confesión de fe de Corro dirigida al rey Felipe es la que toca el problema de la justifi cación y las buenas obras, donde responde a los reproches de los teólogos católicos de que los protestantes negaban a estas últimas todo valor ante Dios. Reproches que Corro rebate punto por punto, concluyendo con una

  1. Erasmus (1535: 433-436; véanse también 409-413); Responsum Anthonii Corrani Hispalensis ad animadversiones, Genève, BPU, ms. francés 407: 79v-80v.
  2. Responsum Anthonii Corrani Hispalensis ad animadversiones, 79v.
  3. Sapientissimi Regis Salomonis Concio De summo hominis bono, Londres, Wolfe, 1579; hay reedición de Heidelberg, 1619, a cargo de Abraham Scultetus, el teólogo calvinista más importante por entonces en Alemania, con el subtítulo Antonii Corrani Hispalensis Hispani, Theologi orthodoxi, interpretatione latina, Paraphrasi perspicua, Analisy erudita: concio vere regia. Para la traducción inglesa de 1586 cf. Boehmer (1904: 135); trad. al holandés hasta ahora desconocida, cf. Corro (1706); trad. española de Francisco Ruiz de Pablos, cf. Corro (2011). Ruiz de Pablos ha señalado (42-43) la presencia del Lingua seu de linguae usu de Erasmo, pero no ha identifi cado el “quidam” de la epístola dedicatoria (A5r/102-103), es decir, a Erasmo, de quien transcribe una página entera, proveniente de la Ratio seu Methodus perveniendi ad veram Theologiam (33-34).

afi rmación tajante de la justifi cación, no imputada, sino real del creyente y del real valor de sus buenas obras, en abierta contradicción con la doctrina contenida en las otras confesiones de fe, la “helvética” incluida, y con la sola excepción de la entonces todavía inédita “confessio hispanica” que Casiodoro de Reina había redactado en dos lenguas para la primera iglesia española de Londres en 1559.

Si nous estions bien enseignez en l’escole de Dieu, des fruits admirables que nous apporte ceste conionction avec le Seigneur Iesus, beaucoup de questions inutiles seroient ostées de l’Eglise Chrestienne. De quoy nous sert disputer, si la iustice de l’homme Chrestien est substance ou accident? si soit une qualité inherente ou une simple imputation, et autres semblables subtilitez: si nous n’avons point senty dans nos coeurs et consciences la presence et operation de Iesus Christ? […] Mais apres que nous sommes iustifi ez et faits nouvelles creatures, Iesus Christ est tellement conjouinct et uny avec nous par le lien de son Esprit, que noz œuvres sont desia œuvres de Christ […] faisant residence moiennent la foy au coeur de ceux qui sont ses vrais membres. Ceux qui sont en la dite maniere iustifi ez et santifi ez, n’emploient point leur temps a faire bastir des Chapelles, ne dire des Messes, ny aller en pelerinages, n’y à faire d’autres semblables idolatries et superstitions: mais ils s’exercent et estudient à faire les œuvres que le Seigneur demande de ses enfans. Et principalement ils sont soigneux et diligens, a mantenir en leur coeur la consideration qui les rend asseurez de la conionction qu’ils ont avec le Christ, l’Esprit duquel rend temoignage à nostre Esprit et conscience, que nous sommes enfans de Dieu, et freres de Christ en l’heritage celeste. Ce tesmoignage de l’Esprit de Dieu, sert au Chrestien de vraye marque de son election et reconciliation avec Dieu […]. Le vray moien pour mantenir ceste certitude et asseurance de la divine adoption, est la continuelle priere et invocation, acompagnée de la meditation de la divine parolle, et de la mortifi cation du vieil Adam, et charité envers les hommes.71

Corro presenta su “confesión” al rey Felipe II como la doctrina que habían profesado en Sevilla el doctor Juan Gil, el maestro Blanco, el doctor Constantino y tantos otros, “qui ont esté bruslez pour la de fence de ceste doctrine, que nous confessons avec les Princes Protestants de la Germanie”.72 Pero, en el fondo, Corro no entra en las

  1. Corro (1567a: H3v-H4r, H8v-I1r); Corro (2006: 174, 179-180).
  2. Corro (1567a: K1r-K2v); Corro (2006: 191).

diferencias dogmáticas de hecho existentes entre las confesiones de las diversas Iglesias ofi ciales surgidas de la Reforma, diferencias que él consideraba poco transcendentes, por pertenecer, en su opinión, casi todas ellas al amplio campo de los “adiaphora” —“ad mutuam concordiam in Ecclesia conservandam, ne propter res (quas vocant) adiaforas, dissidia foveantur”—.73 Para él, era igual qué confesión uno profesaba, siempre y cuando ella se atuviera al texto de los evangelios, no se la impusiera a los demás y no se condenara o persiguiera allí como a herejes a cuantos divergieren en algún punto de ella. Por eso, cuando Corro llegó a Amberes en octubre 1566, llamado por los diputados calvinistas de la ciudad para servir como predicador, se negó en un último momento a fi rmar con su mano la obligatoria confesión de fe que le presentaron, por haberse añadido al fi nal de ella una explícita condena de las doctrinas de los anabaptistas, antitrinitarios y libertinos en general y de Schwenckfeld y Castellion en particular. Según el recuerdo de años más tarde de uno de los asistentes responsables, Corro habría respondido escuetamente que él estaba dispuesto a subscribir la palabra de Dios, pero no a los caprichos y opiniones de los hombres:

  1. Corro (1581: b2r). Corro no tenía pelos en la lengua al quitar importancia a presuntos dogmas centrales, por cuya diversa interpretación se enfrentaban agriamente los prohombres de las distintas iglesias, como si se tratara de los convidados de Horacio o de los Parises, Palaes y otros Coridones de Virgilio: “Tres mihi convivae prope dissentire videntur, poscentes vario multum diversa palato. Id ipsum contingere in religionis doctrina, nostri temporis experientia ostendit. Quidam enim in hoc toti sunt, ut Praedestinationis et reprobationis doctrinam populo inculcent, alii de libero et servo arbitrio quaestiones obtrudunt, alii de corporali praesentia in Coena crebro rixantur, alii de Christi loco in coelis digladiantur et, ut summatim dicam, ‘trahit sua quemque voluptas’” (“Tengo a mi mesa a tres convidados, cada cual con un gusto diferente [Horacio, Epist. ii, 2, 61]. Lo mismo sucede con la doctrina de la religión, como demuestra la experiencia de nuestro tiempo. Hay quienes no se dedican a otra cosa que a inculcar al pueblo la doctrina de la predestinación y de la reprobación; otros le llenan la cabeza con cuestiones sobre el libre y el siervo albedrío; otros se enzarzan entre sí en inacabables peleas a propósito de la presencia corporal en la cena o debaten con las armas en la mano sobre el lugar de Cristo en los cielos, tanto que, por decirlo en dos palabras: ‘a cada uno arrastra su placer’ [Virg., Ecl. ii, 65]”). Y por lo que toca al tema de la eterna predestinación, Corro asegura a sus censores, que aunque escribiera mil nuevos Tableaux en el futuro o si pudiera publicar mil volúmenes enteros, nunca inculcaría al pueblo y a la gente simple temas como el de la predestinación y otras tesis más que defi enden sus examinadores: “Certo vero certius illis affi rmo, si tantum otii et eruditionis mihi esset, ut mille tabulas posthac scripsissem, milleque integra volumina, has Examinatorum positiones nequaquam populo et idiotis inculcarem” (Responsum Anthonii Corrani Hispalensis ad animadversiones, Ginebra, BPU, ms. francés 407: 92r-92v).

Dicam igitur libere quid potius agendum existimem, nempe ut ad confessionis nostrae calcem adiiceretur brevis haeresoon seu errorum praecipuorum, Anabaptistarum, Arrianorum, Libertinorum, Schwenkfeldii, Castalionis [et]cet. epitome eorumque damnatio a singulis ministris subscribenda. Hoc consilium cum cepissemus Antuerpiae anno lxvi et Corrano Hispano in consistorio nostro proposuissem, respondit se verbo Dei subscripturum, non autem hominum placitis, cum tamen ante paratus fuisset fi dei nostrae confessioni subscribere.74

Corro había sido llamado al ministerio de Amberes por ser súbdito del rey de España, pues, de acuerdo con el compromiso fi rmado con la regente Margarita de Parma en septiembre de 1566, solo estos estaban habilitados para predicar en público. Pero cuando la regente y el magistrado de Amberes averiguaron por fi n

quién era el hombre que andava en hábito de lego y había benido de Francia, el qual dezían que era español, había sido fraile en el monasterio de San Ysidro desta ciudad [Sevilla] y dezian que era sobrino o primo de un inquisidor desta ciudad que llamaban El Corro, el qual bino a predicar la secta lutherana y lo procuró hacer con grande ynstancia …75

le prohibieron inmediatamente predicar, “pour la grande offense que Sa Majesté en recepvroit”, si un proscrito del reino, condenado y quemado ya en estatua por la Inquisición, osara subir al púlpito en una de sus ciudades.76

A Corro, por tanto, no le quedó otra alternativa que la de la pluma y del papel. Bien supo de ambos servirse, pues en solo los cinco meses que habitó en la ciudad, escribió por propia iniciativa y publicó también por la imprenta tanto la ya citada Carta a Felipe II como la Carta a los pastores luteranos de Amberes, exhortándolos a la concordia y amistad con los demás ministros del Evangelio.77

  1. Sepp (1879: 56-57); Vermaseren (1990: 262).
  2. Vermaseren (1990: 189). El presunto parentesco entre el viejo inquisidor Antonio del Corro y nuestro hereje ha sido puesto en cuestión a raíz del descubrimiento del testamento del primero. El heredero universal allí nombrado era el sobrino homónimo, Antonio del Corro, que falleció en 1579 como canónigo de la Catedral de Sevilla. A nuestro Corro ni se le nombra, aunque era todavía fraile jerónimo en Sevilla y no huyó de España hasta pasados cuatro o cinco meses de la muerte del viejo inquisidor (29 de julio de 1556): Gilly (2010: i, 418-419).
  3. Vermaseren (1990: 200).
  4. Corro (1567a) y (1567); Corro (2006).

Pocas semanas después de la llegada de Corro, había llegado también a Amberes un grupo de teólogos alemanes, encabezados por el luterano más intransigente del momento, Mathias Flacius Illyricus. Viendo el cariz que tomaban las cosas, que ponían en peligro la reciente unión entre calvinistas y luteranos que había culminado con la oferta en común al rey Felipe II de comprar por la inmensa suma de tres millones de fl orines en oro la libertad de religión para los Países Bajos,78 Corro contactó personalmente a Flacius Illyricus y le propuso presentar en común una versión neutral de la confesión de fe de Augsburgo en la que no se hiciera mucho hincapié en los puntos controvertidos entre calvinistas y luteranos. Según las dos versiones de este encuentro, ambos llegaron a un acuerdo de principio,79 pero cuando Flacius, pocas semanas más tarde, publicó su Confessio ministrorum Jesu Christi, in Ecclesia Antuerpiensi, quae Augustanae confessioni adsentitur, el resultado fue del todo el contrario: Flacius dedicó la mayor parte del texto a la exposición de las divergencias, profi riendo todo tipo de insultos y maldiciones contra los calvinistas o sacramentarios.80 Insultos y maldiciones a los que Corro respondió con una de las mejores páginas salidas de su pluma:

  1. Gilly (2001: 297-303, 316-318).
  2. “Hispanus ille [Anthonius Corranus] semel tantum apud me Antuerpiae fuit, et petiit, ut adiuvarem concordiam inter nos et Sacramentarios: Respondi me nihil magis malle…”, Flacius Illyricus (1568: a2r); “Ie me suis addressé familierement à un de voz freres et compaignons en l’œuvre du Seigneur [al margen: Colloque privé avec M. Illyricus] et luy ayant remonstré le grand scandale, que recepvoient les Eglises loingtaines et circumvoisines de telz debatz, et dissensions manifestes […]. A ce il me respondit assez benignement…”: Corro (1567: A7r). Sobre Flacius Illyricus en Amberes es pobrísimo Ilić (2014: 198).
  3. Flacius Illyricus (1568). Véanse a continuación algunos de los insultos proferidos por Flacius contra los calvinistas: “noxiam istorum garrulitatem”, “curiosis et ociosis speculationibus scandere iubent”; “Sacramentarios” [fovere] “turbas seditiosas”, “iconomachiarum turbas”; [esse] “praevaricatores in sacrae Coenae textum”, “mendaces homunciones”, “deceptores”, “sophistas”, “impostores”; [illi utuntur] “blasphemas scriptiones”, “contradicuntur sibimet foedissime”, “impie Coenam celebrantur”, “vide quantum Christus ab istorum Theologia dissentiat”; “istorum hominum partim carnalis, partim etiam fanatica sapientia”, “horrenda audacia”; “non est leve crimen, ut Sacramentarii saepe audacter extenuant, sed prorsus praegrande ac tetrum”; “ideo in Galliis proximo bello tantas clades accidisse, quia magna ex parte utraque pars pessime sacra Coena abutitur”; “pessimam causam tueri [Calvinum]”; “Dominus Iesus exterminet potenter istam nefandam sacrilegamque sophisticem ex domo Domini; reprimatque seductores, et omnes, qui non peccant ad mortem, in veram viam reducat. Amen”.

Voicy mes freres, vostre belle entrée de l’article de vostre Cene, que quelqu’un pourroit dire estre semblable à celle des nouveaux Inquisiteurs, lesquels condamnent, anathematisent, excommunient, et appellent Heretiques, retrenchez de l’Eglise tous ceux, qui ne reçoivent point leur confession: ce que semble que vous faites aussy, pour maintenir la vostre d’Ausbourg, comme si c’estoit un cincquiesme Evangile, ou nouveau symbole de la foy. Que dirons nous, mes Freres, à telles choses? N’auriez vous honte, que les gens de bon entendement leussent parolles si tres audacieuses? Qui est-ce qui a constitué l’Auteur de la Confession d’Augsbourg, ne celluy de la vostre, en telle autorité et degré en l’Eglise, qu’ils puissent prononcer sentence de damnation contre ceux qui ne veullent point recevoir leur interpretation sur un passage de l’Escriture? Qui sera l’homme de bon sens, qui ne craigne de sortir de la tyrannie du Papisme pour entrer en une autre presque semblable? Nous appelons le Pape Antechrist, tiran, et bourreau des consciences, d’autant que sans vouloir oyr les personnes, les condamne, et excommunie; et vous vous voulez mettre au mesme reng que luy, prononçant condamnation, non pas contre voz adversaires et ennemis, mais contre ceux qui vous reçoivent pour freres, compaignons en l’œuvre du Seigneur, et qui c[h]erchent par tous les moyens possibles de vivre en amitié et bonne grace avec vous: tant pour leur debvoir de Chrestiens, que pour oster le scandale de l’Eglise de Iesus Christ.81

Y para que también los adictos incondicionales de las otras confesiones se sintieran aludidos en este apasionado alegato por la libertad de conciencia, el sevillano añade:

Nous n’avons point esté baptisez au nom de Martin, Zwingle ou Calvin, mais au nom du Pere, et du Fils, et du Saint Esprit. Et par ainsi detestons et avons en abomination tous ces noms et soubsnoms de partialitez, asscavoir: Martinistes, Zwingliens, Calvinistes, et autres semblables, cognoissans que Dieu est grandement offensé de telles separations et partialitez en la doctrine de la Religion […]. Car le peuple seroit en plus grande liberté de conscience, et seroit adorateur d’un seul Dieu, et non pas des hommes mortelz, ignorans et aveugles, lesquels se veullent mettre comme Idoles, pour estre suyvis et tenus en admiration […]. C’est à Iesu Christ que nous devrions envoyer les povres ames desireuses de trouver science et iustice, et non poinct a noz confessions, institutions, Catechismes ou commentaires.82

  1. Corro (1567: C 4r-v); Corro (2006: 72).
  2. Corro (1567: C7r); Corro (2006: 75).

Ante textos como estos no extraña que, dos años más tarde, en noviembre 1569, los adversarios de Corro en el consistorio de la iglesia francesa de Londres solicitaran del obispo de Londres exigir del sevillano la retractación pura y simple de ambas publicaciones de Amberes como libros indignos de haber sido pensados y clandestinamente difundidos:

Et pourtant cest bien raison ce nous semble que ledict Anthoine Coran retracte tous ces libelles comme indignes davoir iamais esté pensez et encore plus davoir esté divulguez clandestinemen parmi nostre peuple, iusques a leur envoyer outre la mer.83

La respuesta de Corro no se hizo esperar: Un mes más tarde, en diciembre del mismo año, se publicaba en Londres la Carta a los pastores Luteranos de Amberes, traducida en lengua inglesa.84

EL CARTEL DE LA INJERIDURA Y LOS TRES ESTADOS DEL HOMBRE

El cartel u hoja volante con la Brevis dispositio en latín o con la versión inglesa A breeve disposement, aunque falte en casi todos los ejemplares conservados actualmente,85 no solo forma parte integrante del Dialogus theologicus (como Corro escribe en el verso del frontispicio de la versión latina y al fi nal de la hoja volante misma), sino que, a su vez, lo resume por entero (“totius epistolae ad Romanos summa”). Este resumen, según Corro, está tomado de los escritos de varios doctos varones (“ex eruditorum commentariis, dialogo nostro appendicis loco addere voluimus”) que habían comentado la fi gura paulina del árbol injertado en los capítulos 6 y 11 de la carta a los Romanos.

  1. Hessels (1897: 97).
  2. Corro (1569). Impresa de nuevo, junto a la versión inglesa de la Lettre a Felipe II, en 1577, cf. Boehmer (1904: 113).
  3. La tabella latina se conserva e.g. en el ejemplar de la Huntington Library, accesible en Internet (EEBO) <http://eebo.chadwyck.com.ezp-prod1.hul.harvard.edu/ fetchimage?vid=176460&page=125&width=383> o en el ejemplar del Trinity College de Cambridge, C.7.106; la hoja en inglés se conserva en la UL de Cambridge, Broadsides.B.57.4. Agradezco a Ignacio García Pinilla el haberme proporcionado una copia de esta última.

En realidad el texto de la Brevis dispositio está tomado no de varios, sino de un solo autor, y además de un libro solo, cuyo texto muy pocos conocían entonces, ya que estaba todavía inédito y no se publicaría hasta 1616 —de modo parcial— y hasta 1981 —de modo integral—. Se trata del libro De arte dubitandi et confi dendi, ignorandi et sciendi de Sébastien Castellion, y más en concreto, de los capítulos xxxvi-xxxviii del libro segundo, que en la primera edición parcial de Gouda (78-88) llevan la rúbrica “De insitione”.86

Ya el grabado mismo con las cuatro viñetas que ilustran las sucesivas fases de la operación del injerto está copiado del dibujo original con el que Castellion mismo quiso representar gráfi camente la similitud entre el acto de injertar un retoño cultivado en un árbol silvestre y el proceso de la justifi cación y santifi cación que acontece en el triple estado del hombre: no renacido, renaciente y renacido.87

  1. Sebastien Castellion, De arte dubitandi et confi dendi, ignorandi et sciendi, 98-154 (libro ii, cap. vii-xxxix: 147-152; Leiden 1981: 98-154); Sebastien Castellion, Tractatus de iustifi catione. In quo, tum eam negantium, tum affi rmantium rationes et argumenta non minus Christiane quam intelligenter explicantur: ad veram peccatorum mortifi cationem et Iustitiae vitam in fi delibus promovendam, en Sébastien Castellion, Dialogi IV, Gouda, C. Tournay, 1613, paginación separada, 1-89 (78-88). Sabemos que el manuscrito autógrafo del De arte dubitandi (hoy en la Gemeente Bibliotheek de Rotterdam, n.º 505, 56-167) se encontraba por aquel entonces en Basilea, en manos de los albaceas de Castellion, el ex-davidjorista Jean Bauhin y el zuingliano Johannes Brandmüller, quienes eran sumamente reticentes en permitir el acceso a los manuscritos, aún a los seguidores más cercanos del saboyardo: cf. Guggisberg (1967: 190-199); Rotondò (1974: 302-304 = 2008: ii, 503-505); Gilly (1998: 157-160). Pero anteriormente a la muerte de Castellion estos amigos habían copiado alguno de esos textos, que posteriormente sirvieron a las ediciones póstumas entre 1578 y 1616. Entre los textos copiados se encontraban evidentemente los capítulos 7-29 del libro segundo del De arte dubitandi que contienen el tratado De iustifi catione, del que Corro se sirvió para confeccionar la Brevis dispositio. Otra copia manuscrita del De iustifi catione, anterior a 1581 (Briquet 1374/Piccard 33749) y procedente de la biblioteca de Charles Maurice Le Tellier, arzobispo de Reims, se conserva en la BNF (ms. latín 3676, 37v-90v) junto a otras piezas entonces aún inéditas de Castellion (Quinque impedimenta, Annotationes in capitulum nonum ad Romanos, Contra libellum Calvini) y extractos del De trinitatis erroribus y de la Restitutio Christianismi de Servet. No sabemos si Corro disponía de una colección similar.
  2. Anteriormente a la impresión, Corro dejó circular la Brevis dispositio, en latín y con el dibujo, entre sus amigos más íntimos, como demuestra una copia manuscrita de mano de Francesco Pucci, con fecha de “1573”, donde se deja un espacio en blanco para el párrafo primero, aún por escribir, y sin la referencia al Dialogus theologicus, todavía no impreso (Schaffhausen, StB., Ms. Scaph. 8, vol. IV, fasc. 7/15a): Biagioni (2001: 345349), Sozzini-Pucce (2010, xxxv-xxxvi); García Pinilla (2014: 71-72).

 

Fig. 1: S. Castellion, De arte dubitandi, 1563, autógrafo.
Fig. 2: S. Castellion, Tractatus de iustifi catione, Gouda 1613; reproducido en  Salvadori (2009: 425).

 

Fig. 3: Copia de Francesco Pucci, “Finis 1573”, Ms. Scaph. 8, vol. IV, fasc. 7/15a.

Fig. 4: Ilustración de A. del Corro para A breefe disposement of the Epis-

tre (1575), anteriormente utilizada en la versión original latina de la Brevis dispositio illius Epistolae ad Romanos (1574).

Y también el título mismo del cartel está formulado de acuerdo con las conclusiones fi nales y la misma terminología utilizada por Castellion:

Brevis dispositio […] explanata similitudine quam ipse Apostolus usurpat ab arborum insitione, iustifi catione, eiusque individua comite santifi catione, item de triplici hominis statu, irrenati, renascentis, & renati. Ex hac similitudinis explicatione universum iusticiae negocium licet perspicere […] Cum enim tria sint hominum genera, videlicet irrenati, renascentis et renati, hic omnia perspiciuntur (De arte dubitandi, 152, 1-5).

Corro comienza su exposición con dos párrafos de su propia cosecha, donde presenta como mensaje primordial de las cartas paulinas, y en especial de la carta a los Romanos, la enseñanza de existir una única vía de salvación abierta a todos los mortales, con la condición de que los hijos de Adán se conviertan en hijos de Dios. Esa transformación se consigue, prosigue Corro ahora en primera persona, “si, desgajados del cuerpo del viejo Adán, somos injertados en Cristo, nuevo Adán, y si Cristo y su espíritu, cual retoño, es injertado en nosotros, para que, echando raíces sobre nuestras cabezas nos hagamos justos por su justicia y nos santifi quemos por el espíritu de santidad: de tal manera que, por la fuerza del espíritu de Cristo, en quien estamos injertados, y agotados por sequía los frutos de la carne, produzcamos frutos espirituales”. O lo que es lo mismo, como Corro resume, esta vez con palabras de Castellion, al fi nal de esta Breve disposición, los hombres de injustos devienen justos y santos no por obra de su naturaleza, sino por obra de Dios (a quien Cristo en algún pasaje llama agricultor), pero una vez justifi cados, disponen de fuerzas y nervios sufi cientes para mantenerse por sus obras en la justicia y crecer o no crecer en santidad. El público a quien Corro se dirige son aquellos que prefi eren hacerse justos y santos en vez de disputar acerca de grados en la justifi cación y santidad.

En el párrafo segundo Corro aclara cómo el apóstol en su epístola se refi ere a dos tipos del acto de injertar. En el verso Rom. 11: 22, aludiendo a la inserción de los paganos en el árbol del pueblo elegido, el término “insitus, insertus” se aplica a lo que los agricultores llaman “inoculatio” (injeridura), palabra tomada de Columela o más probablemente de las annotationes de Erasmo (LB VII, 624). En el verso Rom. 6: 5, la frase clave es “insititii facti sumus”, término acuñado por Erasmo, a quien siguieron Zuinglio, Calvino y Servet,88 pero que Théodore de Bèze combatió con dureza. Bèze prefería la traducción “plantati coaluimus” para evitar el término de injerto, ya que para él la adherencia del creyente al árbol Cristo era fundamentalmente parasitaria, como la de los hongos, musgos y muérdagos adheridos al tronco.89 Corro, pues, hace caso omiso de esta última interpretación, aceptada sin más por los calvinistas posteriores, y pasa a transcribir el verso paulino siguiendo literalmente, como era de esperar, la versión de la Biblia latina de Castellion:

Si, inquit, eius mortis similitudine insititii facti sumus, etiam resurrectionis: illud scientes, veterem nostrum hominem simul esse crucifi xum, ut peccati corpus aboleatur, ne nos amplius peccato serviamus, etc.

Todo el texto que viene a continuación, es decir tanto los once párrafos de la descripción técnica del proceso de injertar como los once

  1. Servet (2006: 1150 [1553: 500]): “Per baptismum, ut ad Romanos ait Paulus, nos effi cimur Christo “sýmfytoi”, inserti, insititii, et in eum transplantati, tanquam palmites in nova vite, idque substantialiter”.
  2. Bèze (1559: 466-467). Véase también la crítica de Castellion (1562: 190-191) y la respuesta de este: Bèze (1563: 116-117), junto al capítulo sobre “la dottrina dell’inesto” en Salvadori (2009: 420-431).

párrafos en los que se explica teológicamente la semejanza paulina, provienen literalmente o en modo de paráfrasis de los capítulos xxxvixxxviii del libro segundo del De arte dubitandi de Castellion. La única diferencia consiste en el número de las diversas fases del injerto, que tanto en las viñetas como en el texto de Castellion están señaladas con las letras mayúsculas a b c d e f g h, mientras que Corro añade en su texto tres letras suplementarias i k L, pero sin cambiar por esto el contenido del texto original.

 

Dado que esta semejanza tomada del acto de injertar es muy apta, tanto para explicar el secreto de la justifi cación y de la santifi cación, como también para mostrar el método de esta importantísima epístola, me ha parecido bien poner ante los ojos mediante cuadros de estos árboles el sistema de injertar y adaptarlo a la doctrina paulina con el fi n de que, si alguno está quizás un tanto apartado de la agricultura, por esta pintura pueda incluso ver con claridad las partes de la semejanza. Según el testimonio de Columela y de otros más antiguos que escribieron acerca del sistema de cultivar el campo: en primer lugar, se corta un tronco de árbol silvestre; después, desgajadas las ramas, se injertan en el tronco los retoños tomados de un árbol domesticado. Cuando estos echan raíces, se hacen grandes como el árbol. Y de un tronco silvestre y de unos retoños cultivados se hace un solo árbol, ciertamente no silvestre, sino cultivado, el cual, transmite a su vez el alimento silvestre extraído desde las raíces silvestres, a través asimismo del tronco silvestre hasta las ramas cultivadas y, suavizado en éstas por la fuerza de las propias ramas, produce un fruto dulce. Sin embargo, el fruto no tiene que ver con la naturaleza del tronco, sino con la de las ramas.

  1. Árbol silvestre en el que ha de hacerse el injerto.
  2. Tronco del mismo árbol cortado en el que ha de hacerse el injerto.

Quia haec ab insitione desumpta similitudo aptissima est, cum ad explicandum iustifi cationis et sanctifi cationis arcanum […], libuit harum arborum picturis inserendi rationem ob oculos ponere […] ut si quis est forte ab agricultura remotior, vel ex hac pictura perspiciat […] Teste Columella, aliisque vetustioribus, qui de agri colendi ratione scripserunt, insitio fi t hoc modo: Primo, exsecatur sylvestris arboris truncus: Deinde abiectis ramis, in truncum inseruntur sumpti ex arbore mansueta surculi, qui ubi coaluerint arborescunt. Fitque ex sylvestri trunco, cicuribusque surculis arbor una, non quidem sylvestris sed cicur, quae sylvestre alimentum a sylvestribus radicibus haustum, per sylvestrem item truncum sursum transmittit in ramos cicures, ibique ramorum vi cicuratum, parit fructum cicurem. Fructus autem non refert naturam trunci, sed ramorum.

  1. Arbor est sylvestris, inserenda.
  2. eiusdem arboris truncatae caudex inserendus.

Quoniam autem superius facta est insitionis mentio, et ea similitudo ad explicandum iustifi cationis negotium est aptissima, libet […] ob oculos depingam, ut si quis forte est ab agricultura remotior vel ex pictura percipiat (De arte dubitandi 147, 1-2, 17-18) Itaque nos hic similitudinem ducemus a vulgari et usitata inserendi consuetudine quae sic habet. Exsecatur sylvestris arboris truncus, abiectisque ramis in truncum inseruntur sumpti ex arbore mansueta surculi, qui ubi coaluerunt arborescunt, fi tque ex sylvestri trunco cicuribusque surculis arbor una, non sylvestris sed cicur, quae sylvestre alimentum a sylvestribus radicibus haustum per sylvestrem item truncum sursum transmittit in ramos cicures ibique ramorum vi cicuratum parit fructum cicurem. Ramorum enim non trunci naturam refert fructus. Arborem hic quinque fi guris quo universa inserendi ratio ponatur ob oculos depingam […] (De arte, 147,

9-17)

  1. A. Arbor est sylvestris, inserenda.
  2. b. truncata caudex inserendus.
  3. Ramas silvestres cortadas y arrojadas al suelo para que se vayan secando.
  4. Tronco cortado y dispuesto para el injerto.
  5. Las varitas han sido cortadas de otro sitio, a saber, de un árbol cultivado e injertadas en este silvestre. Es el mismo árbol, pero adornado de ramitas arraigadas y que han conseguido incremento; el árbol consta de dos partes diferenciadas.
  6. Es la parte inferior de este árbol silvestre, o sea, toda la que está por debajo de aquel sitio en que se hizo el injerto.
  7. Es la fi sura o el sitio del corte, en el que el árbol fue injertado.
  8. Es la parte superior del árbol cultivado injertada en el silvestre. Con todo y con eso, este árbol, aunque consta de partes diferenciadas, se llama cultivado a causa de la parte superior, la cual da fruto y además dulce. Pero hay que advertir que en el árbol en que se ha hecho el injerto, antes de que o bien hayan nacido los retoños, o bien los ya nacidos hayan tomado cuerpo, suelen extenderse desde la raíz o desde el tronco brotes silvestres (puesto que proceden de tronco silvestre), los cuales, si no se cortan, chupan y absorben el jugo del árbol de tal manera, que languidece la parte superior al resultar privada de ese alimento, y algunas veces muere y se asilvestra así de nuevo el árbol. Pero una vez que ese árbol injertado ha tomado cuerpo, la fuerza toda de su humedad se traslada a la parte superior de tal manera, que raramente se extienden después los brotes. Los brotes están verdes y erectos.
  9. Los brotes están partidos y medio muertos. Esta es la forma y naturaleza del injerto y de los árboles injertados, más ingenioso que la cual no hay nada más a propósito para explicar todo el secreto de la justifi cación y de la santifi cación: y de ello trata el Apóstol principalmente en la primera parte de su epístola hasta el fi nal del capítulo 8.
  10. Rami sylvestres execti, et humi ad arescendum proiecti.
  11. Truncus abcissus et insitioni aptatus.
  12. Calami sunt aliunde decerpti, nempe ex arbore cicure, et in hanc sylvestrem insiti.
  13. Eadem est arbor, sed ornata calamis inolitis, et incrementum adeptis, quae constat duabus dissimilibus partibus.
  14. Inferior pars est huius arboris sylvestris, quantum scilicet est infra eum locum in quo insita fuit.
  15. Fissura est seu locus abcissionis, in quo arbor insita fuit.
  16. Superior pars est arboris cicuris sylvestri insita. Verum enimvero tota haec arbor quamvis ex partibus dissimilibus, cicur appellatur propter partem superiorem, quae fert fructum, eumque cicurem. Est autem animadvertendum solere insita arbore antequam surculi vel inoleuerint, vel inoliti adoleuerint, a radice aut trunco pullulare stolones sylvestres (quippe ex trunco sylvestri) qui nisi decerpantur, ita succum arboris exhauriunt et absumunt, ut eo alimento privata pars superior languescat. Nonnunquam et moriatur, et ita iterum sylvescat arbor. Sed postquam adoleuit insita arbor, ita fertur in partem superiorem tota vis humoris, ut deinceps raro pullulent stolones[…]
  17. Stolones sunt virides et erecti.
  18. Stolones sunt fracti ac semimortui. Haec est insitionis et insitarum arborum ratio atque natura, qua nihil invenit agricultura solertius, et qua

nihil est ad totum iustifi cationis negotium explicandum accommodatius, de quibus potissimum Apostolus […]

  1. Rami execti et humi ad arescendum proiecti.
  2. Caudex insitus, cuius calami sunt
  3. aliunde videlicet ex arbore cicure decerpti et in hanc insiti.
  4. Eadem arbor inolitis et incrementum adeptis calamis. Constat autem haec arbor ex duabus dissimilibus partibus, videlicet ex inferiore sylvestri g, quantum scilicet est infra eum locum in quo insita fuit signatum litera h, et [ex] superiore cicure signata litera i.

Sed tota cicur appellatur propter partem superiorem quae sola fert fructum eumque cicurem. Est autem animaduertendum solere in insita arbore antequam surculi vel inoleuerunt, vel inoliti adoleuerunt, a radice aut trunco pullulare stolones sylvestres (quippe ex trunco sylvestri) qui nisi decerpantur, ita succum arboris exhauriant et absumant, ut eo alimento privata pars superior languescat, nonnunquam et moriatur, atque ita iterum sylvescat arbor. Sed postquam adoleuit insita arbor, ita fertur in partem superiorem tota vis humoris, ut deinceps rarissime si tamen unquam pullulent stolones. (De arte, 148, 19-34).

Haec est insitionis et insitarum arborum                   ratio               atque             natura qua    nihil               invenit          agricultura solertius, et qua nihil est ad totum iustifi cationis negotium explicandum                      accommodatius. (De arte, 149, 48-51).

A esta parte técnico-agrícola Corro hace seguir la aplicación teológica y moral de la semejanza del proceso de injeridura y del proceso de la justifi cación en el creyente y su consecuente progreso en la fe y buenas obras, adaptándose en la mayor medida posible al orden y lenguaje utilizados por Castellion:

Aplicación de la semejanza A. Que los hombres, si carecen de renacimiento y de enseñanza divina, son como silvestres, esto es, perversos, no solo lo indica la realidad, sino que además lo demuestra el Apóstol […] B. La perversidad se elimina cuando Dios, consumado agricultor e injertador […] Pero este corte o mutilación del árbol silvestre se llama en la Sagrada Escritura, unas veces circuncisión del corazón (antiguamente representada en la circuncisión del cuerpo), otras veces eliminación del hombre viejo, otras veces crucifi xión o aniquilamiento de la carne u otras formas, si es que existen, de este genero de expresión […] C. Así como las ramas desgajadas del árbol en que se ha de hacer el injerto son arrojadas al suelo […] D. Entretanto permanece el tronco o fuste […] E. Tras el corte de la perversidad, viene una especie de virtud (a la cual los autores sagrados llaman justicia, la cual tiene por compañera inseparable la santifi cación, dada a nosotros por benefi cio de Cristo), […] sino que además aprenden el bien y abrazan la verdadera piedad. Y esto se hace por una especie de fuerza y naturaleza divina y santa que es injertada en el hombre así mutilado y despojado como un retoño cultivado se injerta en el tronco del árbol silvestre. Esta fuerza o naturaleza es llamada por el Apóstol Espíritu de Cristo […] sino también, una vez que ha echado raíces el retoño injertado, en lugar de frutos silvestres de vicios, produzcan frutos dulces de virtudes. Esa transformación por la que el hombre por la justicia de Cristo se hace de injusto justo, como Similitudinis applicatio A. Homines si renascentia divinaque disciplina careant, esse quasi sylvestres, hoc est vitiosos, et res indicat, et Apostolus […]

  1. Vitiositas tollitur, cum Deus summus agricola et insitor […] Haec autem sylvestris arboris exectio sive mutilatio in sacris literis modo vocatur cordis circumcisio (olim in circumcisione corporis adumbrata) modo veteris hominis exutio, modo carnis

crucifi xio, sive interfectio, et si quae sunt aliae […]

  1. Uti abcissi rami inserenda arboris humi […]
  2. Manet interea truncus seu caudex […] E. Abcissae vitiositate virtus quaedam divina succedit, quam sacri Autores iustitiam vocant, Christi benefi cio nobis donatam […] verum etiam discunt bonum, veramque pietatem […] id quod fi t divina et sancta quadam vi atque natura, quae in hominem sic vitiis mutilatum et exutum tanquam cicur quidam surculus, in truncatae sylvestris arboris caudicem inseritur. Haec vis sive natura ab Apostolo vocatur Christi spiritus […] etiam postquam surculus insertus coaluit, pro sylvestribus vitiorum, cicures virtutum fructus aedat. Ipsa mutatio, qua homo ex iniusto iustus, Christi iustitia tanquam ex arbore

sylvestri cicur effi citur, vocari solet a Paulo Apostolo modo iustifi catio, modo novi hominis indutio, modo cum Christo resurrectio. Ipse deinde iusticiae Similitudo Homines si divina disciplina careant esse quasi sylvestres, hoc est vitiosos, res indicat. (De arte, 150, 48-51).

Tollitur haec vitiositas, dum dediscunt malum; haec est quasi sylvestris arboris exectio sive mutilatio. In sacris literis vocatur modo cordis circumcisio, olim in corporis circumcisione adumbrata, modo veteris hominis, hoc est vitiositatis exutio, modo carnis crucifi xio sive interfectio, et si quae aliae sunt huius generis loquendi formae. (De arte, 150, 2-6).

Huic vitiositati succedit virtus quam sacri authores vocant iusticiam, dum discunt bonum: id quod fi t divina et sancta quadam vi atque natura, quae in hominem sic vitiis mutilatum atque exutum tanquam cicur quidam surculus in truncatae sylvestris arboris caudicem inseritur.

Haec vis sive natura in sacris literis solet appellari spiritus qui in hominem ita inseritur ut postquam coaluit pro sylvestribus vitiorum cicures virtutum fructus aedat. Ipsa autem mutatio qua homo ex iniusto iustus tanquam ex arbore sylvestri cicur effi citur, vocari solet a Paulo modo iustifi catio, modo novi hominis indutio, modo cum Christo resurrectio. Ipse deinde iusticiae habitus qui mutationem hanc consequitur, del árbol silvestre cultivado, suele ser llamada por Pablo, unas veces justifi cación, otras veces vestimenta de hombre nuevo, otras veces resurrección con Cristo. Después ese estado de justicia que se alcanza tras aquella como consecuencia, se llama también justicia, vida nueva, hombre nuevo, estado de santifi cación, criatura nueva, que es como una naturaleza nueva y cultivada de árbol injertado, como manifi estamente aparece […] Igualmente, así como un árbol recién injertado no prende tan fácilmente, y además, cuando ha prendido pero todavía no ha tomado cuerpo, engendra muchas veces brotes desde el tronco que deben ser amputados por el cuidado de los agricultores, y la causa de tales brotes es porque las ramas cultivadas, que nacen de los silvestres, son aún demasiado pequeñas como para que puedan admitir la humedad de todo el tronco, así sucede con el espíritu, pues la reciente parte inferior del hombre renacido tiene aún tan grandes fuerzas, que por ella pueden ser consumidas al momento en perjuicio de la superior, que es el hombre nuevo y todavía niño tierno. De aquí resulta que inmediatamente salen con ímpetu como brotes ciertos afectos carnales que, si no son reprimidos, van poco a poco desarrollándose de tal manera, que el hombre nuevo se debilita y solo le falta morirse. Por eso gime Pablo en esta lucha espiritual y pide no sin exclamación ser liberado de este cuerpo de muerte, cap. 7. El modelo de este confl icto espiritual lo representan los brotes, en parte erectos y en parte partidos, señalados con K y L.

  1. La última fi gura muestra el estado del hombre justifi cado y que ha recibido el don del Espíritu de santidad. Y así como un árbol injertado, aunque en un tronco silvestre, no se llama, sin embargo, silvestre a cuenta de la parte inferior, sino cultivado y fructuoso a cuenta de la superior, habitus qui immutationem hanc consequitur, vocatur etiam iusticia, nova vita, novus homo, sanctifi cationis status, nova creatura, quae est quasi insitae arboris nova cicurque natura, ut manifeste apparet […].

Item sicut recens insita arbor non ita facile comprehendit, eademque postquam comprehendit, sed nondum adolevit, plerumque a caudice stolones gignit, qui cura coërcendi sunt agricolarum, quorum stolonum causa est, quod rami cicures qui sylvestribus succrescunt, adhuc minores sunt, quam ut totius

caudicis humorem possint admittere; ita fi t in spiritu; nam recens renati hominis pars inferior tantas adhuc habet vires, ut eae in superiorem, qui novus homo et adhuc tener et infans est, vix totae possint absumi. Hinc fi t ut subinde erumpant tanquam stolones, quidam affectus carnales, qui nisi coërceantur, sic paulatim conualescunt, ut novus homo relanguescat, ac tantum non moriatur […]

  1. Ultima fi gura ostendit statum hominis iustifi cati et sanctifi cationis spiritu donati. Utque insita arbor, licet caudici sylvestri, tamen non sylvestris ab inferiore, sed cicur a superiore fructuosaque, parte nuncupatur: ita iustifi catus et sanctifi catus homo, licet humana in eo sit vocatur iusticia, nova vita, novus homo, nova creatura, quae est quasi insitae arboris nova cicurque natura (De arte, 150, 7-18).

Item sicut recens insita arbor non ita facile comprehendit, eademque postquam comprehendit, sed nondum adolevit, plerumque a caudice stolones gignit, qui cura coercendi sunt agricolarum, quorum stolonum causa est, quod rami cicures qui sylvestribus succressere adhuc minores sunt, quam ut totius caudicis humorem possint admittere: ita fi t et in spiritu. Nam recens renati hominis pars inferior tantas adhuc habet vires, ut eae in superiorem, qui novus homo et adhuc tener et infans est, vix totae possint absumi. Hinc fi t ut subinde erumpant tanquam stolones quidam affectus carnales, qui nisi coerceantur, paulatim sic convalescunt, ut novus homo relanguescat, et nisi continentur affectus illos coercens tandem etiam moriatur (De arte, 150151, 26-37).

Utque insita arbor, licet caudice sylvestri, tamen non sylvestris ab inferiore et iam infructuosa, sed cicur a superiore fructuosaque parte nuncupatur: Ita sic iustifi catus homo, licet humana así al hombre justifi cado y santifi cado, si bien él tiene naturaleza humana, no se le llama carnal, sino espiritual, por el Espíritu que da fruto en él y conforme al que él mismo vive.

  1. La parte inferior de este árbol era silvestre, pero, vuelta cultivada por el poder y benefi cio de Cristo, da frutos dulces […] Pues la ley del Espíritu de vida en Jesucristo los libra de la ley del pecado y de la muerte, cap. 8.
  2. I. La parte superior injertada en el árbol silvestre es la efi cacia y el Espíritu de Jesucristo […] atrae con su fuerza el jugo del tronco injertado hasta el retoño superior, esto es, hasta el hombre nuevo […] […] Pues mientras están erectos y vigorosos los brotes de las malas obras, el retoño injertado es privado del jugo que debía recibir desde la raíz y hay un grandísimo peligro inminente de que, a causa de excesiva multitud de brotes e inútiles fructifi caciones surgidas de la raíz o del tronco, se asilvestre otra vez el árbol. […] Por otra parte, así como al árbol lo injerta no la naturaleza, sino el arte de los agricultores, así al hombre lo hace de injusto justo y santo no la naturaleza, sino la sabiduría de Dios (a quien Cristo en algún pasaje llama agricultor). […] Los restantes capítulos de esta epístola contienen advertencias y exhortaciones para el cultivo de la piedad. Porque es conveniente que, así como, antes de que se nos concediera el don de la justicia y recibiésemos el Espíritu de la santifi cación, ofrecimos a la impureza y a la maldad nuestros miembros al servicio de la maldad, así ahora, renacidos, ofrezcamos nuestros miembros al servicio de la santidad, lo que es igual que si, trasladando la semejanza con el injerto, dijéramos: así como el árbol antes del injerto consumió sus energías en los frutos agrestes y luego, tras el injerto, las consume natura, non tamen carnalis, sed a spiritu, qui fructum in eo fert, et secundum quem ipse vivit, spiritualis appellatur […]
  3. […] Nam lex spiritus vitalis in Iesu Christo liberat eos a lege peccati et mortis (Rom. 8:2).
  4. […] sua vi attrahit succum insiti caudicis, ad superiorem surculum, id est, novum hominem […]
  5. […] periculumque ingens imminet, ne nimiam stolonum inutiliumque fructifi cationem multitudine ex radice vel ex trunco orta, arbor iterum sylvescat L.

Iam quemadmodum arborem

non natura, sed ars inserit agricolarum: ita hominem non natura, sed Dei (quem agricolam Christus alicubi vocat) sapientia, ex iniusto iustum et sanctum facit.

Reliqua huius Epistolae capita Paraneses continetur […] ut

quemadmodum membra

nostra impuritati et sceleri serva praebuimus ad scelus, antequam donaremur iustitia, et sanctifi cationis spiritum acciperemus. Ita nunc renati, membra nostra serva praebeamus ad sanctimoniam; quod perinde est, ac si translata ad insitionem similitudine, dicas: ut arbor ante insitionem vires suas insumpsit in fructus agrestes, eademque post insitionem, easdem insumit in cicures. Sic homo, ut antequam Christianus factus est vires suas insumpsit in impuritatem et scelera, ita

in eo natura, quae caro vocatur, remunerat, tamen non ab ea natura, quae iam infructuosa est, carnalis, sed a spiritu, qui fructum in eo fert et secundum quem ipse vivit, spiritualis appellatur (De arte, 150, 21-26). Nam lex spiritus vitalis in Iesu Christo liberat eos a lege peccati et mortis. (Rom. 8:2, versio Castellionis). et cicurum, hoc est superiorum, qui caudicis succum omnem ad se conantur allicere, ut cicures fructus aedant. (De arte, 152, 13-14).

Est autem animaduertendum

[…] a radice aut trunco pullulare stolones sylvestres […] atque ita iterum sylvescat arbor. (De arte, 148, 31-32).

Iam quemadmodum arborem

non natura, sed ars inserit agricolarum, ita hominem non natura, sed dei (quem agricolam Christus alicubi vocat) sapientia ex iniusto iustum facit. (De arte, 150, 18-20).

[…] Ut enim vestra membra impuritati ac sceleri serva praebuistis ad scelus, ita nunc quoque membra vestra serva praebete iusticiae ad sanctimoniam. Quod perinde est ac si translata ad insitionem similitudine dicas: Ut arbor ante insitionem vires suas insumpsit in fructus agrestes, eademque post insitionem easdem insumit in cicures. Sic homo ut antequam Christianus factus est ‘omnes’ vires suas insumpsit in opera iniusticiae, sic easdem Christianus factus [est vires suas] insumit in opera iusticiae. (De arte, 151, 50-57).

 

en los dulces, así el hombre,                  Christianus effectus, vires suas del mismo modo que antes de et nervos intendere debet in hacerse cristiano consumió sus                     operibus pietatis et iustitiae. fuerzas en la impureza y en las maldades, así, hecho cristiano, debe emplear toda su fuerza y energías en las obras de piedad y justicia.

(Traducción de Francisco Ruiz de Pablos).

LA LUCHA POR LA TOLERANCIA RELIGIOSA

Como el lector ha podido comprobar, Corro no solo ha utilizado el texto y las formulaciones de Castellion para exponer su propia doctrina, sino que había asumido ya anteriormente las líneas generales de la doctrina del saboyardo de manera tan plena y tan cabal que se convirtió en uno de sus mayores propagandistas. Y esto, sin nombrarlo siquiera una vez, pues ni en los textos impresos de Corro, ni tampoco en sus textos manuscritos que han llegado hasta nosotros, se cita el nombre de Castellion, salvo en una sola ocasión. Se trata de la carta escrita al conde Henry de Huntingdon el 18 de enero de 1571.

Corro expone a Huntingdon cómo después de varios años de acoso continuo y de numerosas defensas y apologías, sin otro resultado que su marginación completa por parte de las iglesias de extranjeros de Londres, él se había percatado de la completa inutilidad de una discusión razonable con sus dogmáticos contradictores, por lo que pasó al contraataque, utilizando sin reparo alguno esta y otras estrategias, sea para defender su pensamiento teológico en un ambiente mayoritariamente hostil, sea para poner en evidencia las incongruencias y hasta la ignorancia teológica de sus adversarios, de quienes llega a decir “quilz ont usé de cruauté et tyrannie plus grande envers moy que n’est celle des Inquisiteurs d’Espagne”.90 Y como ejemplo de esta estrategia, Corro narra a Huntigdon, cómo él había aceptado algunos meses atrás someterse al arbitraje del consistorio de la iglesia francesa de Londres, pero que este resultó viciado ya de antemano por los prejuicios de sus antagonistas:

  1. En los Acta Consistorii Ecclesiae Londino Gallicae, cum Responso Antonii Corrani, s.l., 1571, B2r, Corro habla “de hac iniquitate ac tyrannide, ad hodiernum usque diem nusquam usurpata, nec ad ipsum quidem tribunal Inquisitorum Hispanorum, quos isti omnium crudelissimos iudicant”.

Pero mira por donde, lo que debía ser una conversación amistosa se tornó en sofística disputa y trifulca más que enervante. Viendo cómo se desarrollaba la cosa, reacio y casi contra mi voluntad, comencé a discutir con quienes me empujaron a esa arena con sus falacias y blandos ardides. Los cuales, a guisa de excusa honorable, me dijeron que el consistorio de predicadores me consideraba sospechoso en tres capítulos de nuestra religión, es a saber, en lo referente a la predestinación, el libre albedrío y la justifi cación por la fe sola y que, por tanto, ellos consideraban muy importante que yo les comunicara mi opinión al respecto en un breve escrito. Accedí de nuevo a su propósito y, en llegando a casa, encontré unos papeles, otrora destinados al obispo de Londres [Edwyn Sandys] en los que precisamente había copiado al pie de la letra el texto de esos tres artículos de un libro titulado Confessio Helveticarum Ecclesiarum etc. No introduje ningún otro cambio sino remplazar el plural por el singular, escribiendo “esto creo de la predestinación eterna de Dios”, “esto siento del libre albedrío del hombre”, “esto confi eso de la justifi cación de los píos por la fe sola etc.”. Añadí además una interpretación de la sentencia paulina “a Jacob amé y a Esaú aborrecí” (Rom. 9, 13), copiada también al pie de la letra de un Commentario de Nils Hemmingen, varón piadoso y doctísimo, pues también sobre este punto giraba la controversia. Sin embargo, apenas los cándidos censores echaron un ojo a esas páginas escritas de mi propio puño y letra califi caron el texto sobre la predestinación de producto de mis alucinaciones, los artículos sobre el libre albedrío y la justifi cación dijeron derivarse de la escuela de Melanchthon, por lo que no podían estar del todo de acuerdo con ellos; mientras que la interpretación de Hemmingen acordaron de atribuírsela a Sébastien Castellion, a quien llamaban impurisímo hereje, a la vez que a mí me acusaron de impudencia, por haberles dado a leer lo escrito por ese bribón.91

Es probable que, a propósito de las hojas presentadas con el texto de Hemmingsen sobre la predestinación, Corro esté diciendo la verdad, y que haya copiado efectivamente esos papeles del correspondiente pasaje en el Commentarius in Epistolam Pauli ad Romanos (Leipzig, 1562) del moderado melanchthoniano danés para desorientar a sus

  1. Hessels (1897: 129-133, cit. 131); García Pinilla (2014: 69-71). Hay que notar que el cabecilla de los censores de Londres, Jean Cousin, logró hacerse con una copia de esta carta, apostillando en ella cuanto le plugo, acusándole de no pertenecer a ninguna iglesia (“cum tamen nullius sit ecclesiae”), pero dejó sin comentar el quid pro quo entre Hemmingsen y Castellion: Hessels (1897: 133-136).

censores.92 Pero lo que Corro fi nalmente ha escrito en el Dialogus theologicus sobre ese paso bíblico “Iacobum amavi, Esaum vero odio habui” (Rom. 9: 10-13) no proviene del comentario de Hemmingsen, sino —como hemos visto arriba— exclusivamente de la Biblia sacra de Castellion y de su Annotatio in caput nonum ad Romanos. Y para que nadie dudase de esto, Corro mismo, quien en casi todas sus citas de la Biblia según la versión de Castellion cambiaba regularmente el término pagano “Iova”, por el más bíblico “Iehova”, ha conservado aquí, en el mismo párrafo dos veces, la forma clasicista adoptada por Castellion: “Iovam precibus orasse” “idcirco ad Iovae oraculum”.93

En la misma carta arriba citada a Huntingdon, Corro se refi ere a otra acusación de sus adversarios, quienes pretendían endosarle la autoría de un libro publicado bajo el nombre de Johannes Brenz quince años atrás, es decir, en el tiempo en que Corro todavía se encontraba en el convento de San Isidro en Sevilla.

Quomodo etiam isti fi dam, qui ante biennium me fecit autorem libri, qui ante quindecim annos Brentii nomine fuit excusus?94

Se trata —como Corro aclara en su Respuesta del 24 de agosto de 1569 a los ministros y ancianos de la iglesia francesa de Londres, incluida después en los Acta Consistorii— de un libro que había aparecido bajo el nombre de Brenz, y del cual se habrían extraído y copiado a mano diversos argumentos, formando así un breve cuaderno que se habría mostrado a muchas personas, pero dejando correr el rumor de que este libro había sido editado por Corro, pues estaba compilado y repleto de sus opiniones.95

  1. Uso aquí la edición de Hemmingsen (1586: 97-98).
  2. Dialogus theologicus, 57r.
  3. Hessels (1897: 130; Boehmer (1904: 53).
  4. Acta Consistorii, B1v: Boehmer (1904: 87): “Inter querimonias meas ea vero omnium gravissima et justissima videri debet quod ex quodam Brentii libro collecta sunt pleraque argumenta, eorumque brevia et manu descripta exemplaria multis ostensa, et sparsus rumor eum librum esse a me editum, meis opinionibus consarcinatum et completum. Quae injuria ut inaudita est, ita haud scio an ullo modo sarciri queat et sine gravi querimonia praeterire debeat”.

Todo apunta al hecho de que el presunto libro de Brenz en cuestión, no era otro sino el famosísimo De Haereticis an sint persequendi et omnino quomodo sit cum illis agendis, escrito y compilado por Sébastien Castellion en latín en 1554, traducido al alemán y al francés uno o dos años después, donde el nombre de Johannes Brenz aparece ya en la misma portada (Luteri et Brentii, aliorumque multorum […] sententiae; Lutheri unnd Johann Brentii, auch anderer […] meinung unnd bericht) o en la contraportada (La sentence de Jean Brence).96 Pese a sus airadas protestas, parece que Corro estuvo fuertemente implicado en la difusión más o menos clandestina de este incunable de la tolerancia religiosa, como antes lo había hecho su maestro y amigo Casiodoro de Reina. También a este se acusó de poseer un libro impreso cuyo tema era “qu’on ne debuoit point brusler les heretiques”; y de haber escrito una carta nada menos que a Sébastien Castellion (“qu’il a escript vne letre a Castalio le suscript de laquelle estoit ‘Docto et pio viro Sebastiano Castalioni’ […] laquelle Cassiodore envoyoit de Geneue”).97

Sobre la utilización por ambos exiliados españoles de este y otros libros de Castellion durante la redacción de las Sanctae Inquisitionis Hispanicae artes detectae et palam traductae (Heidelberg, 1567) remito a otros estudios y sobre todo a la edición crítica con nueva versión española de próxima aparición.98 Ahora urge más volver a los escritos de Corro, y en concreto a la sección política de su arriba estudiada Lettre envoyée a la Maiesté du Roy des Espaignes de 1567,

  1. Los escritos de Castellion en protesta contra la quema de Servet y la persecución de los herejes son los siguientes: De haereticis an sint persequendi, Magdeburg, Rausch [Basilea, Oporinus], 1554; Contra Libellum Calvini, s.l., 1612 (escrito en 1554 en respuesta a la Defensio orthodoxae fi dei contra errores Serveti de Calvino de 1554); De haereticis non puniendis / De l’impunité des héretiques, Genève, Droz, 1971 (escrito en 1555 como respuesta al libro de Bèze, De haereticis a civili magistratu puniendis adversus Martini Bellii farraginem, de 1554), cf. Guggisberg (1997: 107-133); Salvadori (2009: 59-83) y (2013: 371-373); Plath (2014: 107-115, 156-174, 226-239, 252-283). La primerísima toma de posición de Castellion, incluida la fórmula originaria de su célebre frase (“hominem occidere non est doctrinam tueri sed hominem occidere”) se encuentra ya en una annotatio añadida a su Biblia sacra de marzo 1554 (Corint II, 10: 4): “Si quis a nobis vinci non potest, haereticus appellatur, et interfi citur: hoc vero non est haereticum vincere, sed hominem occidere”.
  2. Kinder (1975: 19, 82-83, 101-102); Gilly (2004: 336).
  3. Gilly (1985a: 378-380, 383-384) y (2005: 344-345); García Pinilla (1995: 199226), (2008: 595-607) y (2008a: 187-209).

donde Corro adapta a la situación de los Países Bajos argumentos tomados no solo del De haereticis an sint persequendi, sino también y preferentemente del Conseil à la France désolée, que Castellion había publicado anónimamente en Basilea en 1562, como enérgica crítica a las guerras de religión en Francia, llamamiento a la tolerancia y convivencia entre católicos y hugonotes, mediante un principal remedio:

“qui est d’appointer et laisser les deux religions libres”.99

Corro se inspira, por ejemplo, en un pasaje de uno de los colaboradores del De haereticis, Georgius Kleinberg, que primero se identifi caba con David Joris, pero que ahora se considera un pseudónimo más de Castellion:

 

Despuis trente ans en ça, plus de trente mille personnes ont esté en ce vostre pays bas, ou meurtries, ou bruslées, ou enterrées en vie, ou noyées en l’eauë à pleines navires, sans que iamais homme ne femme de ceux qui ont esté si inhumeinement executez, ayent proferé un seul mot tendant n’à sedition, n’à rebellion contre le Magistrat, n’à soubhaiter de vengeance particuliere. (Corro, Lettre a la Maiesté, 1567, M1v).

Ie ne parleray pas beaucoup de la basse Alemaigne, en laquelle ont esté iettez en l’eaue, et noyez tant de gens, et non pas un à un, ne deux à deux, non, mais cent à la fois, voire mille, et fi nablement des navires toutes pleines. Et n’ose dire […] que plus de trente mille, en trente ans ou environ, par le commandement d’un seul homme ont esté occis par la Religion.

Pero sobre todo Corro se ha servido del Conseil à la France desolée, tanto en el desarrollo y ampliación de argumentos como en fórmulas y expresiones, apropiándose muchas veces hasta de la lengua misma de Castellion:

99. Castellion (1562: 56); Castellion (1967: 52). Fundamental sobre este escrito Guggisberg (1997: 208-219).

(Castellion, Traicté des heretiques, Rouen, Freneau, 1554, 100).

Les fruicts de contrainte des consciences. Or considerons maintenant le fruict qui s’ensuit de vostre contreinte […].

Premierement si ceux que vous contraignés sont forts et constans, et ayment mieux mourir que de blecer leurs conciences […] (p. 42).

Secondement, s’ils sont si foibles qu’ils ayment mieux se dedire et blecer leurs conciences, que d’endurer vos tormens et geines importables, Vous faites perir luers ames, quis est encore pis […].

vous estes cause que le sainct nom et la saincte et benigne doctrine de Iesu Christ est blamée et blasphemé parmi nacions estranges, comme les Iuifs et Turcs, lesquels voyan telles guerres et carnages entre les Chrestiens, pensent qu’il tienne a la doctrine, et pour cela la vituperent, et s’en desgoustent iournellement tant plus (p. 44). (Castellion, Conseil à la France, ed. Valkhoff, 43-44).100

Mais je vous souplie tres humblement Sire, de considerer quelz fruitz spirituelz et corporelz pourra apporter à vostre Royaume et domination, l’execution d’un conseil tant cruel que cestuy ci. Car premierement si vos subietz du pais bas, estans contraints à recevoir la religion du Pape, sont fors et constans, aimans mieux d’estre saccagez, meurtris et bruslez, que de blesser leurs consciences […]

Secondement, si vos subiectz, persecutez, Sire, sont foibles, infi rmes et inconstans, et qu’ilz aiment mieux se desdire et quitter leur religion et creance, blessans leur consciences en un tel reniennent, plustost que d’endurer les cruels emprisonnements, tormens inhumains, et gehennes insupportables des Inquisiteurs, alors vous seriez cause, Sire, de la damnation et perdition de tant d’ames, laquelle faulte seroit pire que la premiere […]. Telles manieres sont cause que le saint nom et tressacrée doctrine de nostre souverain Iesus Christ, toute plaine de begninité et de douceur, soit blasmée et vituperée parmy les nations barbares, comme sont les Iuifz, Turcqz, et Indiens, lesquels voians telles guerres et carnages à cause de leur doctrine, ils la vituperent

 

et mesprisent, et de là prennent occasion de ne vouloir iamais penser de se ioindre à icelle.

(Corro, Lettre à la Maiesté, K4-K5r).

100

Otros y similares préstamos se encuentran repartidos a lo largo de esta Carta al Rey Felipe II, junto a préstamos tomados de otros “panfl etos” del tiempo, como el Brief discours del calvinista François du Jon.101

  1. Otros préstamos del Conseil à la France, 43, 44, 42, 54, etc. en Corro (1567a: K5v-K7v, K8r, etc.); Gilly (1985a: 356-357), (1997: 33-35) y (1998: 156-158).
  2. Junius (1566). Los préstamos de Junius se encuentran e.g. en Corro (1567a: K2v-K4r). García Pinilla (2008: 598).

Pero el infl ujo mayor proviene del Conseil de Castellion, de quien Corro asume hasta la tesis pacifi sta central de no recurrir a las armas por muy crueles que sean los perseguidores.

Finablement, Sire, ie considere que tous ceux qui font profession de l’Evangile de Christ, ne sont pas si sages et bien enseignez, qu’on pourroit bien souhaiter: ains plustost on trouve plusieurs, qui (ne sachans point de la patience que Dieu demande de nous és affl ictions, et qu’il faut prier plustost pour ceux qui nous persecutent, que non pas leur rendre mal pour mal) quelque fois telz se laissent transporter de leurs affections de vengeance, et prennent les armes pour resister à ceux qui les veullent exterminer: (chose fort indigne de personnes qui font profession de l’Evangile de Iesus Christ).102

Sobre la Carta a los pastores luteranos o Epistre et amiable remonstrance de 1567 ya hemos comprobado arriba el potencial de concordia y tolerancia de puro corte castellioniano que emana de cada página, y no cabe ahora sino añadir que en esa concordia y tolerancia estaban incluidos hasta los católicos:

De quoy nous sert remplyr noz livres et escritz d’iniures contre le Pape, Cardinaux, Evesques, Prestes et Moynes, cercher des motz exquis et infames ephithetes pour les nommer en la chayere? Sommes nous si oublieux, qu’il ne nous souvient point ce que nous avons esté? Ayons memoire qu’il n’y a pas gueres d’années, que nous estions au mesme bourbier fangeux plongez iusques au menton, voires iusques au sommet de la teste. Et si le Seigneur par sa bonté nous a retirez de la, desployant les thresors de sa misericorde envers nous; est ce pour cela que nous debvons iniurier, brocarder et outrager ceux qui demeurent encores au lieu, dont nous sommes sortys? Ne seroit il pas meilleur, de leur bailler la main pour les tirer dehors, de les exhorter benignement à recognoistre le miserable estat ou ilz sont? Car jamais par la voi que nous tenons sera possible de les gaigner leur coeur. D’autant que l’homme veult estre libre au fait de sa creance et religion. Et d’autant plus trouvera il de resistence, tant plus sera eschauffé à poursuyvre ce que luy sera deffendu; et emplouera plustot corps et biens, voire la vie s’il a besoing, affi n de conserver sa liberté en cest endroit, et estimera ses ennemys iurez ceux qui par autre moyen que par douceur le vouldront despuiller de sa liberté.103

  1. Corro (1567a: K6r). 103. Ebenda, D7v-8r.

No extraña, por tanto, que la Epistre “de ce vaillant prédicant” (la expresión es del polemista franciscano Jean Porthaise) no solo irritara a los luteranos, sino también y sobre todo a los calvinistas en Amberes, ya que el libro había salido de la imprenta contra su expresa voluntad. El ajuste de cuentas, sin embargo, le esperaba dos meses más tarde en Londres, cuando Corro se postuló en la iglesia francesa como predicador y fue bruscamente rechazado hasta que no se aclararan las circunstancias y los responsables de la publicación.104

OTROS PRÉSTAMOS DE CASTELLION

La difusión del controvertido Tableau de l’œuvre de Dieu, de 1569, renovó el furor de los antagonistas de Corro en Londres, obligándole a consumir inútilmente meses enteros en la redacción de apologías y defensas. Sobre el infl ujo de Castellion en este escrito no cabe sino confi rmar que tanto la doctrina aquí expuesta sobre el proceso de la elección, justifi cación y santifi cación del creyente como su desarrollo dentro de un cuadro histórico de la salvación corresponden exactamente al pensamiento del saboyardo; Corro mismo, sin embargo, nos asegura, que lo allí formulado procede mayormente del libro De ratione concionandi de Erasmo, “quem resarciendo et amplifi cando hanc tabellam sum imitatus”.105 Pero evidentemente, no se trata aquí de un nuevo intento de Corro de hacer pasar textos de Castellion bajo la máscara de otro personaje, en este caso de Erasmo, pues, por lo que toca a los puntos verdaderamente fundamentales de la religión (justifi cación, libre albedrío, santifi cación y buenas obras), ambos humanistas estaban tan cercanos que muchos de sus textos serían perfectamente intercambiables, como Castellion mismo respondió a uno de sus censores:

Tales argumentos opuso ya entonces Erasmo a Lutero y, por cuanto me es conocido, ni Lutero, ni tú, ni ningún otro los habéis resuelto realmente […]. Tú, sin embargo, has borrado lo escrito por mí, y eso sin otra razón que la autoridad que te otorga tu cargo de censor. Si has hecho bien o mal,

  1. Hessels (1897: 44-45, 51); Gilly (2001: 326 -329). 105. Véase nota 68.

allá tú con tu conciencia. Pero yo, en cambio, te aseguro que no es legítima victoria eso de borrar los escritos de quien disiente de vosotros.106

En realidad, la operación era bastante más arriesgada, pues el Tableau francés original anterior a 1556 del que Corro dice haber copiado el título (pero cuyo texto él refunde y amplía, dándole un giro doctrinal de ciento ochenta grados) provenía del mismísimo Théodore de Bèze. Se trata de una de las variantes de la table que en la correspondencia de Bèze se describe como “tabella” u “hoja volante”, como “tabulae pictae” o también “fi gura orbicularis” sobre la predestinación, escrita y difundida en francés y en latín a partir de 1555 e impresas ambas a partir de 1556 con un breve comentario tan dogmático que sorprendió hasta a algunos entre sus más próximos amigos.107 En la más antigua de las ediciones conservadas, a ese tableau se le llama la table ou fi gure contenant les principaus poincts de la religion Chrestienne, mientras que en la siguiente el tema central es mucho más explícito: Descriptio et distributio causarum salutis electorum et exitii reproborum, ex sacris literis collecta.108 La mayor parte de los autores no parecen haberse percatado hasta hoy de la identidad total de contenido en la Brefve exposition de la table ou fi gure de 1560 y la Summa totius christianismi de 1556.109 Corro, en cambio, sí conocía el contenido de ambas, y por eso, en sus apologías manuscritas y a propósito de la predestinación, de los escritos de su antiguo maestro en Lausanne, el español cita repetidamente la Autre brieve confession de foy de 1559,

  1. “Talia iam olim obiecit Luthero Erasmus, neque haec vel Lutherus, vel tu, vel quisquam alius, quod sciam, vere diluit […]. Sed tu non ratione, sed censoria authoritate, meum illum locum deleuisti: quam recte tu videris. Certe legitima non est victoria, delere scripta a vobis dissentientis”: cf. “De praedestinatione scriptum Sebastiani Castellionis ad D. Martinum Borrhaum”, Castellion (1578: 382) y (1998: 156-157); Gilly (2005: 286).
  2. El 17 de noviembre de 1554 el reformador de Berna Haller escribe a Bullinger: “Bezam edidisse fi guram quandam orbicularem, qua demonstret omnia, etiam mala, ab ipso Deo tanquam prima omnium causa propendere”: Bèze (1960-2014: i, 153-155, nota 3). En agosto de 1555 Farel envía a Ambrosio Blaurer la “tabellam Beza dignam” y en enero de 1556 el “libellulum cum charta illa omnium diffi cillimae quaestionis”, que se supone ser la primera edición, hoy perdida, de la Summa totius christianismi; Bèze (1960-2014: ii, 36-37, nota 11); Muller (1999: 33-61); Sinnema (2007: 57-62). Para la traducción inglesa de la 1.ª edición perdida, cf. Martin (1915: 125, 303, 323). 108. Bèze (1560) y (1570)
  3. Boehmer (1904: 140) es el único que menciona la Brefve exposition de la table ou fi gure de 1560, pero no consiguió encontrar ningún ejemplar.

en cuyos treinta y cuatro artículos se deja de lado la predestinación, pero silencia completamente tanto la Summa latina como la Brefve exposition de la table ou fi gure, para no poner a sus adversarios sobre la buena pista y ofrecerles, por añadidura, la ocasión de poder acusarle también de traición a su propio maestro.110

Como es conocido desde los tiempos de Schickler y Boehmer, Corro afi rma haber redactado el Tableau de l’œuvre de Dieu encontrándose todavía en Amberes (es decir, entre octubre de 1566 y marzo de 1567) a petición de un “amicus quidam”, probablemente de lengua francesa. Este le habría mostrado un pliego con una tabla sinóptica manuscrita, copiada a su vez de una hoja volante impresa allá por el año 1556, donde se presentaban algunas proposiciones y divisiones a fi n de hacer comprender y mostrar de modo esquemático el proceso de la revelación divina y de la redención del género humano. Al amigo en cuestión le agradaba el método utilizado, pero la doctrina allí expuesta le daba bastante repelús, por lo que este pidió a Corro elucidar los puntos oscuros y completar lo tratado de modo demasiado sumario. Corro accedió a los ruegos del amigo y después de haber corregido y transformado muchos pasajes, se puso a añadir algunos capítulos más, permitiendo que se hicieran algunas copias a mano, que quedaron en manos de mercaderes amigos.111

No hay lugar aquí de proseguir el relato, sino de apuntar al coincidente paralelismo de lo sucedido entre Corro y su exmaestro Bèze, y Castellion y su exmaestro Calvino, debido precisamente a la total divergencia entre ambos pares frente al tema no solo de la tolerancia religiosa, sino también —y en el mismo grado— frente al tema de la eterna predestinación. Castellion escribió varios diálogos y trataditos en contra de ese nuevo dogma (Dialogus de praedestinatione, Demandes

  1. Apologia Corrani, Ginebra, BPU, ms. francés 407: 113v; Responsum Corrani, , 126v.; Autre brieve confession de foy (<http://www.e-rara.ch/mhr_g/content/pageview/42564169>).
  2. Sobre el Tableau, cf. Boehmer (1901: 214-216) y (1904: 120-126, 138-141); McFadden (1953: 353-357, 379-383, 761-762). Edición de los textos en francés en Hessels (1897: 75-80), francés y latín en Kinder (1995: 311-340: fr. 318-325, lat. 325-339); ejemplares localizados de las diversas ediciones en Kinder (1986: 157-160). Según una afi rmación del anciano de la iglesia italiana, Antonio Giustiniani, de 1570, el Tableau y los Acta Consistorii “factae iam ab aliquo Corrani discipulo Belgiçe et versantur in manibus hominum”, lo que se podría interpretar como que habían sido “impresos en los Países Bajos” o, mejor quizás, “traducidos al neerlandés”.

et respliques à Jean Calvin, sur le livre de la Predestination, Tractatus de iustifi catione, Annotatio ad Rom. 9),112 y Corro no se quedó atrás, pues a ese tema dedicó una gran parte de su producción literaria, como el lector hasta ahora ha podido comprobar.

A Castellion abiertamente vuelve de nuevo Corro al publicar en 1571 los Acta consistorii Ecclesiae Londino-Gallicae, exponiendo su propia versión de los hechos y publicando en latín y en español la tan manoseada carta a Casiodoro de 1563, fuente y origen de tantos disgustos para ambos españoles. Pues la “paulina admonitio”, que ocupa la mayor parte del frontispicio, está sacada literalmente de la Biblia sacra de Castellion, como cada lector podía entonces fácilmente comprobar y que, en todo caso, no escapó a la fi na atención del primer gran biógrafo de Corro, Eduard Boehmer.113

Pero el juego de presuntas autorías, del que Corro se servía para poner en evidencia a sus adversarios, no termina aquí. Pues también la brevísima Monas theologica, considerada unánimemente como la obra fi losófi ca más profunda y original de Corro,114 es un plagio, o mejor dicho, un préstamo muy consciente de cinco páginas sacadas de un libro de Sébastien Castellion. En este caso del apéndice a su traducción latina de la Theologia deutsch o Theologia germanica, publicada en 1557 por Oporino en Basilea y de nuevo en 1558 por Plantin en latín, y cuyo título reza:

Gravia quaedam dicta, quibus seipsum explorare diligens Christi discipulus queat, et cognoscere quid super vera et intima unitione unici supremique boni studendum sit.115

  • Para la atribución de las Demandes et repliques a Castellion, cf. Gilly (1985a: 49-50). Existe otra edición de 1567 y una reimpresión a cargo del hijo de Castellion, Federicus, y de Anthoine Lescailles: Demandes aux Ministres, successeurs de M. J. Calvin,l. 1593; Peters y Gilmont (1991: ii, 667-668).
  • Boehmer (1904: 126).
  • Ese mismo era el parecer de los censores de Corro en 1571: Boehmer (1904: 102): “Item tabella quaedam, cui inscribitur titulus Monas theologica, accurate discutiatur, etenim sub obscuris verborum involucris magnum virus delitescere omnino certum est. Non negabit Corranus aut se ejus auctorem aut saltem approbatorem”. La Monas theologica, enviada por Corro a Charles de Houchin, Seigneur de Longastre, había sido también interceptada y reenviada a Londres en febrero de 1571: Hessels (1897: 139). En las Theses y Antitheses de 1576 la Monas theologica fue censurada y condenada muy severamente: Sepp (1881: 31-33).
  • Theologia germanica (1557: 121-125).

Pero estos “gravia quaedam dicta” no son originales de Castellion, sino que se encontraban ya en la edición de la Theologia deutsch de la que él se sirvió para su traducción:

Etliche hauptreden / inn denen sich eyn ieder fl eissiger schüler Christi prüfen und erkündigen mag / was von rechter und gegründter vereynigung und obersten Guts / zu studieren were.116

Se trata, pues, de la edición de la Theologia teutsch de 1528, realizada probablemente por Ludwig Hätzer, que contiene por primera vez las Etliche hauptreden, hoy comúnmente atribuidas al espiritualista Hans Denck,117 aunque quedaría por aclarar si tales frases no provienen en último término de escritos del maestro Eckhardt o de Taulero.

Y, por último, cuando en 1588 Corro editó y prologó el libro de Fausto Sozzini De Sacrae Scripturae auctoritate, no solo volvió a citar los pasajes bíblicos por la Biblia sacra de Castellion exclusivamente, sino que dedicó su prólogo de nuevo al tema de la redención universal (“Ea est sempiterni Numinis erga humanum genus philanthropia, ut nos omnes salvos fi eri velit…”),118 que tanto el saboyardo como el español habían defendido en sus Diálogos y en casi todos sus otros escritos.

REDACCIONES DEL DIALOGUS Y PROBLEMAS RELATIVOS AL CAMBIO DE LENGUA

No sabemos cuándo decidió Corro escribir un Diálogo sobre la Carta de Pablo a los Romanos. Pero cierto es que lo redactó primero en español y que él lo consideraba como continuación de la misma doctrina que ya había presentado anteriormente en el Tableau de l’œuvre de Dieu:

Illam ipsam doctrinam, quam in hac tabella iudicant, esse absurdam aut novam, quod ad phrases attinet; aut erroneam, quod ad doctrinam, me etiam tractasse in aliis quibusdam meis scriptis, maxime in illo dialogo Hispanico in Epistolam ad Romanos.119

  1. Theologia teutsch (1528: M6r-M9v).
  2. Baring (1963: 46-47); Orcibal (1977: 141-151).
  3. Sozzini (1588: A2r).
  4. Apologia Corrani, Ginebra, BPU, ms. francés 407: 118v, 111v; “Responsum Corrani, ibid., 125v.

Desde su llegada a Londres en abril de 1567 Corro intentó reavivar de nuevo la iglesia española fundada nueve años antes, pero que se había dispersado a raíz de la precipitada fuga de su pastor Casiodoro de Reina, víctima de las intrigas conjuntas de los adictos incondicionales de Ginebra y de infi ltrados de la Inquisición española.120 Mas no contaba con que en Londres le estaba esperando su carta escrita cuatro años antes al mismo Casiodoro desde Théobon, que el ministro, Jean Cousin, y los ancianos de la iglesia francesa habían interceptado y, sin el menor escrúpulo, también abierto y leído, lo cual sucedió, dicen ellos,

[…] non sans une singuliere providence de Dieu, car les mysteres de religion de ces personages, qui estoyent sortis d’un mesme cloistre d’Espagne, y estoyent comprins sommairement, et leur union si grande quilz ne pouvoyent vivre lun sans lautre.121

La carta fue además traducida al francés y enviada a Ginebra, Amberes, París y otros lugares de Francia:

Messsieurs et Freres: Un certain personage Espagnol, nommé Anthoine del Corro, arriva icy a Londres le 8 d’Avril dernierement de l’eglise d’Anvers. Il est vray que sa renommée est fort grande parmi le peuple, qu’il est fort excellent en predication. Toutesfois pour certain raisons n’avons voulu permettre iusques aujourdhuy quil ayt eu lieu de prescher, notamment par ce que lettres escrittes de sa main par occasion tomberent en

  1. Casiodoro tuvo que afrontar las asechanzas provenientes de dos grupos que, aunque totalmente opuestos en sus intereses, se hallaron unánimes en la voluntad de impedir la labor del traductor de la Biblia. De una parte los inquisidores, quienes lograron infi ltrar un agente provocador en la naciente iglesia —se trataba nada menos que de Gaspar Zapata, el asistente de Casiodoro en el trabajo de traducción— e hicieron chantaje o promesas a algunos miembros débiles, dispuestos a denunciar al propio pastor ante las autoridades inglesas hasta del crimen nefando. Y de otra parte los celosos calvinistas de las iglesias francesa y fl amenca de Londres, quienes, guiados por su extrema desconfi anza y antipatía por Casiodoro, no hacían sino expurgar los textos todavía incompletos, buscar herejías por todas partes y denunciarlas inmediatamente a Ginebra, llegando al extremo de apoyar ciegamente el doble juego montado a todas luces por el embajador de España en Londres y por agentes de la Santa Inquisición. El resultado de esta doble conjura fue la huida precipitada de Casiodoro a Amberes en enero 1564 y la inmediata dispersión de la iglesia española de Londres: Kinder (1975: 25-37); Truman y Kinder (1980: 430-433); Gilly (1985a: 370-371). 121. Hessels (1897: 67).

nostre consistoire il y a passé 3 ans. Nous eusmes iuste raison de les ouvrir et y trouvasmes plusieurs propos, lesquels a notre iugement se resentent des resveries de Servet et d’Osiander et d’autres comme pourrez veoir, car nous vous envoyons une copie de ces lettres translattée d’Espagnol en François.122

Mediante estas y otras denuncias, acompañadas de interrogatorios y confrontaciones, se trató de impedir que Corro predicara, fuera como fuese la lengua, hasta que el obispo Grindal en junio de 1567 puso fi n al entramado, otorgando a Corro la licencia de predicar a sus compatriotas, pero con la condición (impuesta por los adversarios) de no utilizar otra lengua que la española.123 Fue así como Corro pudo titularse a sí mismo “Hispanorum peregrinorum concionatorem”, y fue, por tanto, en español como comenzó a predicar y explicar durante un año los ocho primeros capítulos de la Carta de Pablo a los Romanos a los miembros dispersos de la anterior iglesia de Casiodoro y a los nuevos exiliados de los Países Bajos, que él designa como “mea Antuerpiana ecclesia”.124 Pero como algunos de estos últimos fuesen de

  1. Hessels (1897: 48-49).
  2. La predicación de Corro más conocida es, sin duda, la dirigida a las tres tripulaciones de marineros vascos retenidos en Bridewell, denunciada en abril 1569 por el embajador de España Guerau de Spes: “Hay un ministro, hijo de español y nacido en Holanda [sic], que fue fraile en España y huyó de la Inquisición, contra la cual ha escrito un blasfemo libro que aquí anda en tres lenguas vulgares imprimido. Este se metía en Briduel a pedricar a los vizcaínos, aunque algunos dellos le respondían que fuese a Calahorra a pedricar de aquellas materias […]. Yo le he hecho a fuerza de brazos apartar de Briduel; todavía, porque pedricaba que no le parescían bien los robos que se hacían, le ha mandado Sicel [Cecil] que no pedrique hasta tener nueva licencia, diciéndole que tenía información que era arriano”. Dos meses antes, el mismo embajador se había quejado de que, de los trescientos españoles retenidos, a unos setenta u ochenta habían confi nado en Briduel, “donde un vellaco ministro español les va a predicar cada día y les dió un libro y otros papeles de herejías en español; y yo envié por los papeles y les hice decir que no leyesen en semejantes cosas ni escuchasen a aquel predicador” […] “el cual les promete algunas dádivas si se convierten a su secta, y ellos están constantes, y por mucho que yo envío a decir que hagan cesar el ministro, hasta agora lo han disimulado”, cf. Boehmer (1894: 343-344); McFadden (1953: 332-339); Santoyo (1973: 312-318); Vermaseren (1985: 76-77); Gilly (1985: 376-377).
  3. Hessels (1897: 58-59): Corro al Consistorio de la iglesia francesa, 31 de agosto 1568: “[…] Siquidem nullus inveniri potest qui vere testari queat me concionem habuisse lingua Gallica in meo coetu Hispano, neque etiam mihi opus est emendicare aliam linguam ad consequendam gloriam apud meos auditores […]. Verum quidem est, post conciones hoc anno habitas in octo capitulos epistolae ad Romanos, me voluisse

lengua francesa o neerlandesa y no alcanzaban a comprender la “propiedad de las dicciones de la lengua española”, Corro se las explicaba también en francés o en latín, algo que irritó a la competencia de las otras iglesias, que temían que la por todos reconocida elocuencia del sevillano arrastrara a su vez a los propios feligreses.

Este ajetreo de pasar continuamente de una lengua a otra explica en parte el hecho de que Corro tuviera ya muy avanzada la redacción de las versiones española y latina —y quizás también la francesa— de su Diálogo de la Carta a los Romanos, cuando un año más tarde surgieron nuevos y más graves desencuentros con las iglesias italiana y francesa, a raíz, esta vez, de la publicación del Tableau de l’œuvre de Dieu en junio de 1569.

Durante estas nuevas disputas, Corro hace a menudo referencia a sus escritos en francés y en español (“libellis meis Gallicis et Hispanicis”; “ob Gallica mea scripta, aut Hispanica”), escritos que en el curso de su Apología resultan ser:

— un Diálogo sobre la Carta a los Romanos en español (“in illo dialogo Hispanico in Epistolam ad Romanos”; “et praesertim in illo Dialogo Hispanico ad Romanos”; “in suo in epistolam ad Romanos dialogo Hispanico” (“quem tum faciebat Latinum”; “ad dialogum Hispanicum in epistolam ad Romanos, quem Antonius Corranus scripserat et paraverat prelo”).125

— un Diálogo en francés (“dialogo quodam gallico, gallicis correctionibus respondere decrevi”; “dedi eis Dialogum meum Gallicum”), pero que más parece ser una respuesta a las objeciones al Tableau en forma dialogada.126

ostendere auditoribus methodum epistolae, connexionem, et argumentorum seriem absque amplifi cationibus et prolixis hortationibus quae in communi coetu solent proponi. Sed quoniam nonnulli ex mea Antuerpiana ecclesia non assequuntur proprietatem dictionum Hispanicae linguae, si quid videam scitu ac intellectu dignum, id ipsum interpretor lingua vel Latina vel Gallica non alio sane animo quam ut eos iuvem qui cupiunt dictam epistolam intelligere, mens mea non est quemquam abducere aut alienare velle a sua congregatione […]. Neque vero vos accusavi quod in vestra ecclesia retinetis plures meae nationis et quosdam invito animo, aut quod in vestro coeto examinando ad coenam sumendam adigitis eos loqui linguam Hispanicam, quam etiam ignorat vester minister ad iudicandum bene an male dicant”.

  • Ginebra, BPU, ms. francés 407: 118v, 39r-39v. Boehmer (1904: 97, 102); sigo la paginación del manuscrito, mientras Boehmer cita por la paginación del perdido original, señalada en el margen.
  • Ginebra, BPU, ms. francés 407: 64v.

— un Dialogus sobre la Carta a los Romanos en latín (“in suo in epistolam ad Romanos dialogo Hispanico [quem tum faciebat Latinum]”; “neque in dialogo in Epist. ad Rom. nondum typis mandato”).127

De estos datos podemos deducir que el único diálogo entonces completo era el Diálogo en español, pues el Dialogus in Epistolam ad Romanos, que Corro había dado a leer anteriormente al pastor de la iglesia italiana Girolamo Ferlito y que después esperaba recuperar con la ayuda del obispo Grindal,128 no era el latino, sino el español, como resulta de un penúltimo resumen o “complexio capitum” sobre la doctrina y costumbres de Corro que sus colegas rivales elaboraron en marzo de 1571:

Item animadversiones Ieronimi Jerliti [sic], ad dialogum Hispanicum in epistolam ad Romanos, quem Antonius Corranus scripserat et paraverat prelo, factae, domino Episcopo jubente, expendantur.129

Este Diálogo en español no ha llegado hasta nosotros, pero sí su traducción latina completa, pues si nos atenemos a la intuición de J. C. Nieto, esta resultaría idéntica con la Epistola beati Pauli ad Romanos, e graeco in latinum metafrastikõs versa, et in Dialogi formam redacta, de Londres 1581.130

La principal novedad consistiría en el revolucionario prefacio de Corro para la juventud estudiosa de Oxford, invitándola a no aferrarse a la autoridad de sus doctores de modo tan obstinado que conviertan sus iglesias en sectas, venerando únicamente a sus guías y abanderados, despreciando a la vez a las otras iglesias y doctores, persiguiéndolos con odio más que vatiniano; o a no pasar el mayor tiempo de su vida, como acaece a muchos doctos autores de libros de teología, yendo y viniendo por las imprentas para producir masas de libros, en lugar de dar buen ejemplo, sabiendo que Dios no los juzgará por la cantidad de volúmenes que hayan escrito, sino por el grado de piedad y justicia

  1. Ginebra, BPU, ms. francés 407: 39r-39v. Boehmer (1904: 97, 102).
  2. Ginebra, BPU, ms. francés 407: 111v. Boehmer (1904: 97, 102). “Eadem etiam ratione, hoc meo responso, ab iniuria et calumnia meum dialogum in Epistolam ad Romanos (adhuc non excusum) vindicabo, quem fratri nostro Jeronimo Ferlito relegendum tradidi, et a Domino Episcopo meis literis hoc ipsum impetravi”.
  3. Boehmer (1904: 102). En Paris (BSHPF, ms. 10 I, 49 ss.) se conserva una Synopsis methodi sacri de Corro traducida por Ferlito, cf. Vivanti (1974: 203). 130. Nieto (1997: 487); Corro (1581).

que hayan practicado. Pues no son los “poligrafoi” y los “polyglottatoi”, sino los pobres de espíritu, quienes serán fi nalmente los herederos del reino de los cielos.131 Con lo que de nuevo nos encontramos en medio de un ambiente típicamente castellioniano, y en concreto el del capítulo introductorio a la Bible de 1555 (“Le moyen pour entendre la sainte écritture”), cuando hace alusión al adagio germánico “die Gelehrten, die Verkehrten”, que Castellion tradujo con la fórmula, “il deviendra de iour en iour tant plus savant, tant plus méchant comme dit l’Aleman”, pero que en la Biblia sacra de 1573 el editor reconvirtió en latín “et reddetur indies quo peritior, eo perditior, ut habet Germanicum proverbium”.132

La segunda novedad del Diálogo de 1581 consiste en la explicación que Corro ofrece de su preferencia por el diálogo como forma de comunicación literaria en lugar del tratado discursivo. Corro lo considera preferible desde el punto de vista pedagógico, pues la continua alternancia y vivacidad de los colocutores (o en su caso de los posibles lectores) ayuda excelentemente a memorizar el argumento. Y de paso confi esa también cómo él, en su juventud, tuvo la suerte de aprender de su maestro este método tan exacto de leer la Carta de Pablo a los Romanos y aprender así los principales puntos y las más altas verdades de la doctrina cristiana expuestos tan diáfanamente en esa epístola.

Sed etiam praeclarisimam illam, et nunquam satis laudatam Beati Pauli ad Romanos epistolam, in Dialogi formam redegi; ut tum commodius a nostris iunioribus alternatim recitari, tum etiam facilius memoriae possit mandari. Arbitror enim (et in hac etiam sententia fui, cum iuvenis hanc epistolam iussu mei praeceptoris ediscerem) eam praecipua religionis christianae capita, summa veritate, exactissima methodo, dicam etiam et dilucidissima perspicuitate complecti.133

El Dialogus theologicus de 1574 es, en cambio, fruto exclusivo de las lecciones que Corro había impartido a sus oyentes en el Temple de

  1. Corro (1581: a6r-a7v): “Anthonius Corranus Hispalensis Iuventuti oxoniensis Academiae, in Christo Iesu S.P.D.”.
  2. Castellion (1555: *3r-*4v); Castellion (1573: 6r-6v). Para la historia de este famoso adagio, “cuanto más docto, más perverso” que no aparece en español hasta 1792, cf. Gilly (1991: 229-375).
  3. Corro (1581: a3r-a3v).

Londres durante los tres años anteriores a la impresión, y fue desde el primer momento concebido y redactado en latín. Según propia confesión, a Corro no le cayó al principio muy bien este cambio de idioma o “molestissima idiomatis in docendo mutatio”, pues su mayor y único deseo hubiera sido promover la doctrina del evangelio entre sus compatriotas. Además, él consideraba sus progresos en las disciplinas humanísticas, en el ejercicio del estilo y en la elegancia de la lengua latina más bien propios de un alumno o escritor que ha comenzado demasiado tarde.134 Por eso, la razón de haber aceptado su nombramiento como profesor en el Temple no habría sido un rico arsenal lingüístico latino, ni una lectura recóndita de muchos autores, ni el conocimiento exhaustivo de los arcanos divinos, sino, simplemente, la pura necesidad. Porque solo desde una cátedra como esta tendría él la posibilidad de atajar de una vez por todas los siniestros rumores y las sospechas de doctrina impura y errónea que sus adversarios habían divulgado de forma pública y privada.

Entretanto, el cambio de lugar —continúa Corro— no le afl igió tanto como el cambio de idioma. Pues, si en lengua española él era capaz de expresar cualquier pensamiento que le pasara por la mente, en la lengua de Roma, en cambio, se veía frecuentemente forzado a balbucir y a traicionar su poca experiencia.

Nam cum Hispanica lingua possem, utcumque animi mei sensa exprimere, in Romano sermone cogor saepius haesitare, balbutire, ac meam infantiam prodere.135

For whereas in the Spanish tung I coulde after a sort expresse the meaninge of my minde: in the Latin tunge I am often tymes compelled too sticke, too stamer, and too bewray myne owne childishnesse.136

Sin embargo, ante un público que valora más qué es lo que se dice que no con qué artifi cios de dicción se rizan las palabras, Corro

  1. En el prefacio a Corro (1581: a6v) este afi rma que, siendo él aún niño (“a teneris unguiculis”), sus preceptores le habían hecho estudiar y hasta aprender de memoria toda la Biblia, pero no dice nada de posibles estudios humanísticos, que para los monjes jerónimos de Sevilla, según la regla de la Orden, no eran del todo prioritarios. 135. Dialogus theologicus, **1r-v. 136. A theological dialogue, A7v.

asegura no tener complejo alguno en el desempeño de la función encomendada.

Verdad es que, comparado con el dominio de la lengua del Lacio por Castellion, el latín de Corro podría no dar del todo la medida, pero en ese caso se encontraba no solo el sevillano, sino también la mayor parte de los teólogos contemporáneos. Con lo que Corro habrá tenido un verdadero problema, fue quizás con la pronunciación de ese mismo latín, tan diversa de la de sus oyentes, y de ahí la necesidad de adelantar esa captatio benevolentiae. En cambio como predicador, tanto en francés como en español, gozaba de gran fama, como sus adversarios mismos declaran: “Il est vray que sa renommée est fort grande parmi le peuple, qu’il est fort excellent en predication”.137

Aparte de la traducción inglesa de 1575, A theological dialogue, el Dialogus theologicus fue reimpreso en 1587 en Francfort en la imprenta de Nicolas Bassaeus, para quien Casiodoro de Reina había trabajado como socio y como editor durante varios años: Dialogus in Epistolam D. Pauli ad Romanos. Antonio Corrano Hisp[ano] Hisp[alensi] in Academia Oxoniensi Professore, Theologo, autore.138 Además de algunas correcciones, cambios de palabras y pequeños añadidos (obra probablemente de Casiodoro, pues no se corresponden con los que Corro efectuó en su ejemplar enviado trece años antes a Bullinger para la fallida reimpresión en Zúrich o en Basilea), la nueva edición presenta el Dialogus completo, pero elimina tanto la Epistola introductoria, como los Articuli sacados de la Confessio Helvetica y la hoja volante con la Brevis Dispositio sacada de Castellion.

La afi ción de Corro por los dialógos, esta vez en español, continuó durante los últimos años de su vida, sobresaliendo su edición del Diálogo en que se tratan las cosas acaecidas en Roma el año de m.d.xxvii. A la gloria de Dios y bien universal de la Republica Christiana (Paris [Oxford], 1586).139 A Corro se le atribuye también la autoría de la serie de diálogos en español que, acompañados de traducción inglesa, dan cierre a la Spanish Grammar (London, 1599) de Richard Percival y que llevan por título: Pleasant and delightfull Dialogues in Spanish

  1. Hessels (1897: 48).
  2. Corro (1587).
  3. McFadden (1953: 729-742); Ungerer (1965: 190-192); Minsheu (2002: 28-30).

and English, profi table to the learner, and not unpleasant to any other Reader, obra de John Minsheu, profesor de lenguas en Londres.140

Durante este tiempo, Corro parece haber gozado de protección de altos personajes como Leicester, aún después de la condenación de los “sectaries” de Castellion y otros “free-will-men”, a raíz de la publicación en latín e inglés del diálogo De vera christiani hominis fi de (uno de los Dialogi quatuor de Castellion publicados por Perna en Basilea en 1578), y también a pesar de las abstrusas denuncias de su antiguo discípulo Francesco Pucci, quien al regresar por segunda vez de Londres a Amberes en febrero de 1582 había asegurado a un agente de Leicester, William Herle,

that Coranus the Spanish preacher is one of the ‘dangerowst’ persons for his life and opinions that ever lived in State. He affi rms that Coranus, whatever he pretends outwardly of religion and doctrine, holds inwardly the contrary, and has maintained to Puccio, that the Messias Christ was never promised, nor ever came, but was a thing invented by the Rabbins, and that the Jews of Asia are still of that opinion. And touching the faith delivered by the Apostles, that it was grounded upon supposition [superstition?] and hypocrisy, and consequently a collusion. Only he says that God has a providence over his creatures, and rules the success of things. The means, says Puccio, to sound Coranus touching this his most blasphemous and pestilent sect, is to have some one, after conference twice or thrice with him, to doubt of the Messias coming and of the promise made on his behalf; whereupon Puccio affi rms that he will make no diffi culty to discover himself; wich were well done, to the glory of God, and he good of the realm. Yet it appears, that Puccio also has strange conceits of religion, by the manner of the discourse and ‘purposes’ that he held with me.141

En realidad, no era Pucci el más indicado para denunciar a su antiguo maestro, de quien ya en 1573 había copiado de su propia mano la Brevis dispositio o “tabula arborifera” y sobre quien se había apoyado al publicar en 1578 su famosa tesis con la devaluación total del pecado original, de la que los censores de Basilea horrorizados juzgaron:

  1. Minsheu (2002).
  2. Calendar of State Papers, Foreing, 1581-1582: 520; Brie (1924: 54-99); Gilly (2010: 419).

Diss alles, genedig h[erren], ist nit allein wider unser, sunder aller reformierten Kirchen, jo ouch inn disem stuck Bäptische, gestellt und usgangen, darvon alle Apostolische, jo ganze Biblische lehre umbkehert wird. Dann die erbsünd gentzlich vffgehept wurde vnd alle menschen gleich vnglöubige, wie Juden, Türcken, wunderbarer wys, on alle predig vnd Sacrament, zur seligkeit zugelossen, von welcher fl ascherÿ wir mit der h[eiligen] gschrifft nüt wüssen.142

(Todo esto, excelentes señores, se ha escrito y publicado no solo contra nuestra iglesia, sino contra todas las iglesias reformadas y, en este caso, también contra la papista, pues aquí se da la vuelta a toda la doctrina apostólica y hasta a la Biblia entera. Pues que el pecado original se anule completamente y que todos los seres humanos, tanto infi eles como judíos o turcos, tengan acceso a la salvación de un modo fantástico y sin predicación ni sacramento alguno, es asunto de gente ebria, con la que ni nosotros ni la Biblia tenemos nada en común).

Bastante más peligrosas eran, sin embargo, las denuncias que los ministros de las iglesias extranjeras confeccionaron en 1576 en forma de Theses y Antitheses para impedir defi nitivamente que Corro pudiera obtener el grado de doctor en Oxford.143 Pero a partir de estas y de las otras muchas denuncias y objeciones que se levantaron contra Corro, así como de las respuestas con que él intentó rebatirlas, se puede recuperar en todos sus matices la fi gura de este gran sevillano y europeo que, en su lucha por la tolerancia religiosa, terminó por no hacer discriminación alguna entre protestantes, católicos, musulmanes y judíos: “si tu es Turca, benefac, si tu es Judaeus, benefac, si tu es Christianus benefac et salvus eris”.144

  1. Rotondò (2008: ii, 622-623).
  2. Theses excerptae ex lectionibus, colloquiis et maxime ex scriptis D. Corrani [et] Antitheses quibus Belgicae, Gallicae et Italicae Ecclesiarum […] suam sententiam de praecipuis articulis fi dei exponent: Sepp (1881: 30-60, cit. 31).
  3. Sepp (1881: 30-60, cit. 31). Corro era “magister catechismi” en los colegios de Oxford St. John’s, Oriel y Hart Hall, que en realidad eran refugio de muchos estudiantes católicos: Hamilton (1903: 19-21); Asquith (2003: 86-89).

 

Fig. 5: A. del Corro, Brevis dispositio, Londres 1574, apéndice (París, Bibliothèque Mazarine, sign.  8° 23573).

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Lettre envoyée a la Maiesté du Roy des Espaignes &c. notre Sire. Par laquelle un sien treshumble subiect lui rend raison de son departement du Royaume d’Espagne, & presente à sa Ma[iesté] la confession des principaux poinctz de nostre Religion Chrestienne: luy montrant les griefves persecutions, qu’endurent ses subiets du Pais bas pur maintenir ladite Religion, & le moyen duquel sa Ma[iesté] pourroit user pour y remedier, s.l. [Anvers, Gilles Coppens van Diest], 1567a.

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